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Navidad? Qué navidad?

No soy un gran fanático de la navidad, pero tengo que admitir que me gusta mucho la atmósfera que se genera en Praga cuando empiezan a aparecer las primeras decoraciones en las calles (las oficiales, no las que los shopping ponen en octubre) y los mercados de navidad. Así que una de las cosas que más ganas teníamos de ver en Hrádec Králove era las decoraciones que seguramente adornarían Velké Náměstí, mientras disfrutábamos de algo rico en el mercado de navidad que dábamos por descontado funcionaría en tan bella plaza.
La impresión que nos llevamos fue la de haber llegado a mediados de enero. Ni una sola luz, sólo un árbol al lado de la iglesia Svatého Duha (del Espíritu Santo), que parecía como algo que alguien se había olvidado de quitar, nada más. De mercado de navidad, ni noticias. El clima tampoco ayudó, algo ventoso, frío y amenazando con lluvia, muy poco agradable. Recorrimos un poco las calles y callejuelas, muy lindas ellas, y empezamos a pensar en buscar refugio, teníamos muchas ganas de tomar algo caliente.
Nos habíamos alojado fuera del centro, en el hotel U Svatého Jana. Lo elegimos porque habíamos ido en auto y queríamos tener un lugar donde estacionar sin problemas. El hotel, un edificio renovado muy lindo, tenía una buena conección de autobús y la noche era mucho más barata que algo similar en el centro. Llegamos cerca del mediodía y sin más, decidimos ir a comer al restaurant del hotel. Nada del otro mundo. La sopa, rica, la comida bueno lo que pedí yo (jelíto, jitrnice, sekana con col cocida y papas), no tanto lo que pidió mi mujer (spagetti bolognesa). La cerveza, Pilsner Urquell no muy bien tirada, de hecho, tengo la sospecha que me dieron Gambrinus (no me quejé, simplemente dejé menos propina). De ahí nos fuimos al centro.

Como ya no teníamos ganas de explorar fuimos a un lugar que habíamos visto de paso, un café que de afuera pintaba muy lindo, y de adentro lo estaba más. No me molesté en sacar fotos. Estaba demasiado relajado, de hecho, ni me acuerdo el nombre del lugar (flor de guía que soy, no?), pero sí que nos invitó a quedarnos un par de horas tomando cosas calientes.

De ahí fuimos a encontrarnos con Filip Helán, el dueño de Pivoňka, cuya invitación a la degustación de cervezas de navidad fue la excusa para hacer el viaje. Filip recién había llegado de Alemania con una camioneta llena de cervezas de todo tipo. Mientras trabajaba, nosotros nos pusimos a ver los estantes y elegir algunos regalos de navidad para la familia. Durante todo ese tiempo hubo gente que entró, preguntó y siempre algó compró. Filip es un evangelista cervecero en serio, ha logrado convencer a varios de sus amigos a que prueben algo nuevo y el resultado fue, en todos los casos, que la persona nunca más volvió a lo que antes había estado tomando. Me puso contento ver que el negocio está funcionando bien y que su movida está generando cada vez más interes en cervezas poco conocidas.
Cuando cerró fuimos juntos a cenar a U České koruny, un muy lindo restaurant ubicado en un sótano abovedado (tampoco hice fotos, pero al menos ubiqué la página web). Tuvimos suerte de poder encontrar una mesa. La oferta cervecera de no era para nada especial, Pilsner Urquell y Master 18°, elegí la última. Muy bien tirada, fresca, acompaño muy bien el solomillo de cerdo a la parrilla con cebolla y hongos en vino tinto y papas asadas, que estaba muy rico. Mi mujer pidió svíčkova na smetaně y comió cinco de los seis houskové knedlýku y no me dejó ni una gota de salsa para probar, me dijo que estaba muy buena, le tendré que creer.

Durante la cena charlamos con Filip. Me contó que había abierto el negocio en junio, luego de haberse cansado del stress y la poca satisfacción de su trabajo en gerencia de una empresa financiera. Ahora se siente muy contento de estar trabajando para sí mismo, haciendo algo que realmente disfruta.

La velada la terminamos bastante temprano, estábamos todos muy cansados y el para el sábado nos esperaba un día muy largo y ocupado.

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