Un proyecto en el que estoy colaborando me llevó el otro día a Nota Bene porque tenía que arreglar algo con uno de los dueños. Al final nos quedamos charlando casi por una hora. El tipo me contó un poco sobre su historia cervecera, en cierto modo, bastante parecida a la mía. Era un fan de Pilsner Urquell hasta que tuvo lo que podría llamarse una epifanía que lo llevó a explorar más a fondo el mundo de la birra, no hubo vuelta atrás. Me contó también sobre el restaurante que supo tener en Malá Strana, bastante popular con turistas españoles, que de un día para otro se vio obligado a cerrar. Para ese entonces ya estaba pensando en embarcarse en algo nuevo y diferente, y la idea de Nota Bene empezó a tomar algo de forma. Ya estaba bastante metido en el tema cervecero, estaba muy entusiasmado con Matuška, Kocour, etc. y pensó que serían un muy buen ingrediente para el concepto general del restaurante. El resultado ha sido todo un éxito. Hoy, sin reservas, hay muy pocas, si es que alguna,
Una exploración de la más divina de las bebidas