Luego de haber asistido a la inauguración había acordado con The Prague Post que iría una vez más, que terminaron siendo dos. La primera fue casi espontánea. El compromiso que tenía ese miércoles a la tarde había sido cancelado y como el día estaba muy lido decidí que iría a pasear por Stromovka hasta llegar al festival. Llegué a eso de las 3. La carpa grande estaba casi vacía (aunque las mesas de afuera estaban casi todas ocupadas), de hecho, la mitad estaba todavía cerrada. La atmósfera era la de la sala de llegadas de un aeorpuerto a la madrugada. Como no tenía ganas de tomar un tuplák en un hangar, me fui derecho a Pivní Rozmanitost. Quizás fue el tamaño del lugar, pero me dio la impresión de que ahí había más gente que adentro de la carpa. Tomé un par de birras (excelentes Pale Ales de Nomád y Slaný, horrenda "Karamelový" Ale de Radniční Pivovar Jihlava), comí algo en la carpa grande y me fui por donde había venido, pensando que la hubiese pasado mejor en un pub.
Una exploración de la más divina de las bebidas