Televisores en pubs. No son el santo de mi devoción. Los puedo tolerar cuando están sin sonido (uno puede ignorar las imágenes mejor que los sonidos, y la mayoría de los sonidos que salen de la tele es el equivalente acústico del efecto que una intoxicación alimentaria tiene en tus tripas) pero no demasiado. Y sin embargo, a veces que una tele encendida, incluso con sonido, puede ser una fuerza al servicio del bien. El último local que visité para la segunda edición de Praga: Guía Cervecera Para Borrachines fue Starokladenský Pivovar . Era una tarde fría y lluviosa a principios de octubre; era mi primera visita en al menos cuatro años y hacía mucho que no veía las cervezas de esta micro en Praga, al menos no en los boliches que frecuento o en los que estuve durante el trabajo de campo para el libro. Tenía mucha curiosidad. El lugar no había cambiado mucho, al menos no de una manera visible. Había pocos parroquianos a esa hora del día, y la mayoría estaba tomando Gambrinus, creo.
Una exploración de la más divina de las bebidas