Ir al contenido principal

Al mal tiempo, buena cerveza

El clima seguía feo, no había cambiado en nada desde el día anterior, nos quedamos en la habitación mirando la tele hasta que llegó la hora de hacer el check out. Habíamos dormido bien y el desayuno había sido abundante. No teníamos ningún apuro, habíamos quedado con Filip en encontrarnos a las 14.30.

Finalmente no nos quedó otra alternativa que ir al centro. Encontramos un lugar para estacionar. Por suerte había parado de llover, así que fuimos a ver la parte de la cuidad que no habíamos visto. Caminamos por donde antiguamente habían estado las fortificaciones de la cuidad, hoy un amplio boulevard arbolado que en una parte linda con el seguramente más colorido en primareva Žižkový Sady.

El hambre empezó a atacar a mi mujer. Eran ya las 12. El día anterior había visto un restaurant con el logo de Svijany y otro con el de Ferdinand, ambos casi al lado de Velké Nám. Nos decidimos por el primero, que era el que de afuera parecía más lindo. Cerrado. Eran pasadas las doce y la puerta todavía estaba con llave. Fuimos a la segunda opción y llegamos justo. El lugar estaba casi repleto, había un grupo de chicos de unos diez años junto con dos adultos ocupando las tres o cuatro mesas al lado de la ventana. Las que estaban al lado de la pared estaban tomadas por otras personas, sólo quedaba una larga mesa en cuyo extremo estaban sentados tres personas de avanzada edad. Les preguntamos si podíamos tomar dos de los asientos y, creo que, asintieron. Apenas nos sentamos empezaron a llegar más de los viejitos, y más, y más hasta que tomaron toda la mesa y todavía quedaron algunos de pie. Eran alemanes o austríacos y habían elegido ese restaurant, U Ferdinanda d'Este para almorzar también.

Para empeorar las cosas, había una sola camarera atendiendo a todos. Casi tengo que taclearla para conseguir que nos de el menú. Se disculpó diciendo que había pensado que estábamos con el grupo (tan viejo me veo? quizás tenga que afeitarme). Después de que chicos y viejos (estos últimos mucho más ruidosos) se fuesen, el lugar se volvió mucho más tranquilo. La comida fue olvidable, pero la Ferdinand 12 estaba muy buena. Nos quedamos más de lo que nos hubiese gustado, pero había empezado a llover de nuevo.Nos encontramos con Filip y fuimos en auto hasta Běleč nad Orlicí para visitar el Minipivovar U Hušků. Allí nos estaba esperando su dueño y maestro cervecero Josef Voltr. Josef es un tipo muy simpático y con mucha pasión por lo que hace, tuvo que hacerse cargo de toda la operación de la microcervecería luego de la partida del anterior maestro cervecero en la primavera pasada. Nos mostró cada uno de los rincones de su cervecería, empezando por la máquina para moler grano, una antigüedad a que le gusta mucho usar.
De ahí pasamos al cuarto de cocción. No había nada cociéndose ese día, así que pudimos ver con mucho detalle cada una de las calderas. Pero lo que Josef tenía más ganas de mostrarnos era el monitor de su software para elaboración de cerveza. Un amigo que trabaja en la industria se lo diseño. El programa monitorea temperaturas y tiempos de macerado y hervido y el funcionamiento de las ollas. Eso le permite a Josef ocuparese de otras cosas durante el macerado o simplemente sentarse en su casa (que está justo al lado de la cervecería) a escuchar música o leer. Si su presencia es requerida, el programa le avisa mediante un mensaje en su móbil. El programa está también preparado para monitorear la fermentación (en cubas abiertas), sólo falta terminar de conectar los cables.
Después de ver los fermentadores (lamentablemente vacíos) fuimos al sótano de lagerización. Ahí se encuentran tres tanques de 2000l de capacidad cada uno. Josef encargó dos más para poder aumentar la capacidad y elaborar otros tipos de cerveza.

Terminada la corta, pero muy interesante excursión, pasamos a la degustación. La única cerveza que U Hušků en estos momentos es la CAR, una světlý ležák. En verano se elabora una variedad con miel y, en ocasiones, una cerveza de trigo. La que estábamos tomando hoy estaba madurando desde septiembre (por problemas de capacidad/demanda, en verano la cerveza apenas si llega a madurar 25 días, el lugar es muy popular entre los ciclistas locales) y estaba simplemente espectacular. Por ser sin filtrar, su cuerpo era pleno y sedoso, el sabor predominante era el de manzanas verdes dulces, junto con unos suaves toques de menta, el final, naranjas y hierbas, el aroma muy floral y cítrico. Tomamos varias. Pero lo más interesante fue cuando Josef me dio a probar un poco de esencialmente la misma cerveza, pero que sólo llevaba 14 días madurando. No estaba para nada mal, a la vista eran indistinguibles (en la foto la más jóven es la de la derecha), pero se notaba su juventud. Lo que estaba bien redondeado e integrado en la primera, en ésta estaba más crudo y áspero, casi como estar comiendo esa misma manzana verde, pero sin haberla dejado madurar lo suficiente.
Charlamos mucho de cerveza y de la cervecería, Josef, con mucho orgullo, me contó que todos los instrumentos que usa para la elaboración, desde las ollas hasta el mecanismo para embotellar son de manufactura casi casera, o bien armado por él mismo, o por amigos. El más simpático es quizás la heladera con dos agujeros para poder poner un par de grifos y tirar la cerveza a la temperatura justa. Le pregunté también sobre la Gambrinus que también se sirve en el pub adjunto, y me dijo que representa solamente un 20% de las ventas, la tienen nada más para los giles que se rehúsan a tomar otra cosa.
Mi mujer empezó a quejarse del frío (hacía mucho en la cervecería) y se estaba haciendo de noche. Todavía nos quedaba la degustación de las cervezas de navidad. Compramos una botella de 2.5l para llevar de regalo y volvimos a Hrádec, yo con una enorme sonrisa luego de haberme hecho un nuevo amigo.

Na Zdraví!
Minipivovar U Hušků
Běleč nad Orlicí 2

Comentarios