Zabiják z Nusli, la cerveza que Zlý Časy presentó en primavera fue un gran éxito, así que el templo cervecero de Nusle volvió a juntar fuerzas con el reconocido cervecero casero Petr Buriánek y Tomáš Mikulica, el brewmaster de Pivovarský Dvůr Chýně, para crear Nuselské Bilé, una Witbier a la checa.
Con 11,2° Balling, está elaborada con maltas de trigo y cebada, trigo sin maltear, lúpulo, coriandro y cáscaras de naranja y curaçao. Su color es un par de tonos más oscuros que el de una Witbier tal cual estamos acostumbrados. En los aromas se notan especias, frutas y naranjas dulces sobre una base de cereales. Si bien un toquecito más de fruta le hubiese venido bien, es al paladar una cerveza bien balanceada y se nota que no escatimaron en los ingredientes especiales, se pueden sentir cada uno de ellos. Es una cerveza maravillosamente fácil de tomar, y se está vendiendo muy bien, a razón de un barril de 50l por día. Si la quieren probar, apúrense.
Pero quizás lo más interesante es la conversación que tuve con Hanz, el dueño de Zlý Časy, mientras degustaba esta delicia de verano. Le pregunté sobre los costos de elaborar esta cerveza a pedido y me dijo que son apenas un poco más altos que comprar la cerveza artesanal lista, con la ventaja que su cerveza es algo único, que nadie más va a tener. Confesó que él quizás la consigue más barata porque con Mikulica son viejos amigos, pero aún sin esa ventaja, la diferencia seguiría siendo muy pequeña.
Lástima que no hay más dueños de restaurantes con la visión de Hanz. Qué lindo sería que en lugar de haber tantos lugares que insultan nuestra inteligencia ofreciendo basuras como Stella Artois, algunos de ellos creyendo que tienen algo diferente y exclusivo, no hay más retaurantes que encargan cervezas a medida. Claro, para ello hace falta gente creativa y que de cerveza sepa al menos un poco, algo muy escaso entre los hosteleros checos.
Na Zdraví!
Con 11,2° Balling, está elaborada con maltas de trigo y cebada, trigo sin maltear, lúpulo, coriandro y cáscaras de naranja y curaçao. Su color es un par de tonos más oscuros que el de una Witbier tal cual estamos acostumbrados. En los aromas se notan especias, frutas y naranjas dulces sobre una base de cereales. Si bien un toquecito más de fruta le hubiese venido bien, es al paladar una cerveza bien balanceada y se nota que no escatimaron en los ingredientes especiales, se pueden sentir cada uno de ellos. Es una cerveza maravillosamente fácil de tomar, y se está vendiendo muy bien, a razón de un barril de 50l por día. Si la quieren probar, apúrense.
Pero quizás lo más interesante es la conversación que tuve con Hanz, el dueño de Zlý Časy, mientras degustaba esta delicia de verano. Le pregunté sobre los costos de elaborar esta cerveza a pedido y me dijo que son apenas un poco más altos que comprar la cerveza artesanal lista, con la ventaja que su cerveza es algo único, que nadie más va a tener. Confesó que él quizás la consigue más barata porque con Mikulica son viejos amigos, pero aún sin esa ventaja, la diferencia seguiría siendo muy pequeña.
Lástima que no hay más dueños de restaurantes con la visión de Hanz. Qué lindo sería que en lugar de haber tantos lugares que insultan nuestra inteligencia ofreciendo basuras como Stella Artois, algunos de ellos creyendo que tienen algo diferente y exclusivo, no hay más retaurantes que encargan cervezas a medida. Claro, para ello hace falta gente creativa y que de cerveza sepa al menos un poco, algo muy escaso entre los hosteleros checos.
Na Zdraví!
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