Como ya lo venimos haciendo desde hace unos años, pasamos las pascuas con parientes en Strakonice. El sábado fuimos a Tábor, una ciudad sin nada de interés cervecero*, pero que igual me gustó mucho. El caso histórico es encantador, lleno de callejones y callejuelas serpenteantes en donde perderse con alegría, y la plaza central es hermosa.
El domingo fuimos a Písek, una ciudad bastante linda para una excursión de un día. Era nuestra tercera visita; la primera había sido hace unos años, también en Semana Santa, y la segunda, el año pasado, en verano. Esta vez, lo que nos llevó fue la exhibición permanente en el edificio de la vieja maltería, que me hija tenía muchas ganas de ver.
Mientras nos estábamos preparando para salir, me acordé de que el año pasado, en otoño, habían abierto un brewpub y me ofrecí de voluntario para quedarme con Isis, nuestra perra, mientras las chicas iban a la exhibición.
Pisecký Hradební Pivovar esá ubicado en un rinconcito perdido cerca de la plaza principal de la ciudad. La entrada es por un pasillo que lleva a un parque detrás del edificio. A la izquierda hay un salón con sillas y mesas de restaurante que no estoy seguro si ya estaba abierto ese día. A la derecha, está la puerta al bar del brewpub, con el mostrador de acero inoxidable y los grifos en el fondo y un par de mesas. Un tanto demasiado minimalista para mi gusto. Lamentablemente, las mesas estaban ocupados y no había lugar para tomarse una birra na stojáka. Tuve que ir al otro salón, accesible a través de una puerta al lado del tanque de cerveza, ¡y mierda que era feo! Era más chico que el bar, y más angosto; oscuro también, con solo una ventana chica dejando entrar un poco de luz natural. En una de las paredes habían tres cubículos para seis a ocho personas con particiones de casi 1,70 de alto pintadas en marrón oscuro y con tubos azules como marcos, todos con sus propias lámparas, y una mesa con cuatro sillas muy feas, quizás sobras del restaurante que había antes en el local. En la pared opuesta habían tres mesas muy chicas que en total podrían acomodar a seis personas si no estuviesen tan cerca una de otra; en serio, no pude alejar la silla lo suficiente como para sentarme moderadamente cómodo sin darle a la mesa de atrás, y para peor, todas las mesas estaban fijadas a la pared. Todos los cubículos y las mesas (a excepción de la de atrás mío, por supuesto) estaban ocupados por gente hablando casi en susurros. Me sentí como si estuviese en una especie de híbrido impío entre un local de comida rápida de barrio y un tugurio en el que uno se encontraría con un asesino a sueldo para discutir los detalles del contrato.
Quizás la decoración y el diseño interior no hayan estado entre las prioridades de los dueños, pero ¿qué de la cerveza?
El menú en mi mesa mencionaba dos cervezas disponibles de manera permanente (también tenía comidas y me gustaría saber cómo alguien podría comer en una mesa fijada a la pared que no es mucho más ancha que un codo) y empecé por Pisecký Ležák.
Según la descripción, es una ležák plzeňského typu, pero no es así como yo habría descrito la cerveza naranja que me trajeron. La descripción dice que está elaborada con varios tipos de malta. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo con usar solamente malta Pilsen? Puedo entender usar una pizca de malta Munich o acaramelada para darle un poco más de profundidad a la cerveza, ¿pero más que so? Así no se hace una Světlý Ležák. Dicho todo esto, fuera de una competencia, una cerveza debe ser juzgada por sus propios méritos y no por ninguna guía de estilos. Y esta empezó bastante bien. Tenía un carácter maltoso algo rústico pero agradable que me hizo acordar a más de una Märzenbier, y la estaba disfrutando hasta más o menos la mitad del jarro, cuando el amargor herbal, que hasta entonces había estado tocando dos acordes en la guitarra rítmica de manera apenas competente, empujó a todos para ponerse a tocar un solo. Para el final del jarro, era como masticar un ramo de perejil. Las ganas que había tenido de tomar otra habían desaparecido más rápido que la primera Destítka en un día tórrido.
Le siguió la casi escarlata Vídeňský Ležák, servida, lamentablemente, en un jarro seco a temperatura ambiente. No importa, tenía el mismo amargor perejiloso de la anterior, que abrumaba lo que sea que las maltas se suponía tenían que hacer. Era todavía más desagradable.
Hasta ahí, las cervezas de Pisecký Hradební Pivovar habían sido algo menos que mediocres, pero estaba de buen humor y les quería dar otra oportunidad. Elegí la Velikonoční Tmavá 13°, la cual me sirvieron en un vaso de 0,4l. ¿Por qué hacen eso? ¿Y por qué mierdalaconchadelalora esta cerveza, por volumen, cuesta casi 50% más que las otras dos? Si hubiese visto el tamaño de la porción escrito en algún lado (y ni hablar del precio), no la habría pedido y quizás me habría ido (después de las otras, ni loco iba a tomar la APA de la casa). Pero, bueno, la cerveza estaba frente a mí, esperando ser tomada.
Esperaba una lager oscura, pero no lo era. Según la descripción en el folleto plastificado, era de fermentación alta, elaborada con lúpulos neocelandeses. Tenía un aroma suave pero agradable con notas de flores y frutos tropicales y un dejo de tostado en el fondo, y sabía como si al maestro cervecero le hubiesen pedido que haga una Black IPA pero sin convencerlo del todo. En sí mismo, eso no había sido nada malo si la cerveza no hubiese tenido gusto a que le faltaba algo – lúpulo o cebada torrada – en especial final del trago, que era chato, aguado, casi.
Creo tenían otra cerveza de barril, además de la APA, Florián, una Desítka, que probablemente habría pedido primero, pero no tenía la lista de cervezas en mi mesa y la camarera tampoco me la trajo (agarré una de otra mesa cuando estaba terminando de tomar la ale oscura), pero ya estaba cansado del boliche este. Debe ser uno de las más feos en los que he estado y ninguna de las tres cervezas me había satisfecho. Era hora de largarse.
Cuando salí fui caminando hacia el río por el parque, que es muy lindo y estimo reemplazó a las murallas de la ciudad, llamé a la patrona para ver qué estaban haciendo y me dijo que Nela todavía no había ido al hormiguero y que se iban a quedar ahí por lo menos una hora más. Yo le dije que iba a estar en la Kozlovna al otro lado del río, al lado del Kamenný Most.
Pueden decir lo que quieran de las cadenas de pubs, pero no hay duda que saben armar lugares que al menos son agradables a la vista y Kozlovna U Plechandy no es excepción. Aunque, para ser justos, a diferencia de Pisecký Hradební Pivovar, el local no está en un rincón perdido sino frente al río y tiene ventanas enormes que dejan entrar mucha luz y ofrecen un lindo panorama al Kamenný Most (el puente de piedra más antiguo del país) y la vieja maltería, el dominante de la ciudad vieja, en la vera opuesta. Es bastante más grande que el brewpub, también, y estaba hasta las tetas con familias y grupos almorzando y, por lo que se podía oír, pasándola muy bien. Tuve suerte de encontrar una mesa.
El servicio fue casi impecable: personal simpático, atento; una camarera tomó mi pedido casi apenas me había sentado y otra trajo un bol de agua para el perro. Me picaba un poco el bagre, pero no quería comer un plato principal porque no sabía cuánto iba a tardar y además íbamos a almorzar en Strakonice más tarde. Me quedé con una sopa de gulash, una de las mejores que he comido en mi vida, aunque, por 57 CZK, la porción me pareció demasiado chica y tampoco me trajeron pan. Para la cerveza casi ni tuve que pensar, Kozel 12° Nefiltrovaný. (curiosamente, no tenían Kozel Tmavý de barril).
Pueden decir lo que quieran de las macro-cervecerías, pero hay duda que saben cómo hacer una lager rubia que se vea como tal y que, al menos en este caso, esté bastante rica también; en especial cuando está bien servida, en una jarra enfriada con agua fría. Le siguió un segundo půl litr. Estaba muy, muy a gusto, disfrutando del ambiente. Pensé en tomar una tercera, pero habría llevado fácilmente a una sexta, lo cual no creí que sería buena idea con el estómago casi vacío. Pagué, me fui y, mientras cruzaba el puente, buscando un lugar para sentarme al sol a leer, la patrona llamó para avisarme que estaban en camino.
Entonces, ahí lo tienen. Terminé disfrutando una sucursal de una cadena de restaurantes y su macro lager mucho más que el brewpub local y su Řemeselné Pivo. ¿quién lo habría dicho?
Na Zdraví!
* Había un festival cervecero en la ciudad ese fin de semana, pero ni se me ocurrió ir porque a) estaba con la familia y el perro y b) es del tipo que cobra entrada y esos festivales se pueden ir todos a la concha que los parió.
Pisecký Hradební Pivovar
N 49°18.53152', E 14°9.01782'
V Koutě 90/4 – Písek – Vnitřní Město
rezervace@piseckypivovar.cz – +420 722 030 717
fb.com/piseckypivovar
Lun-Jue: 10-22, Vie-Sáb: 10-24, Dom: 10-21
Kozlovna U Plechandy
N 49°18.55772', E 14°8.67488'
Svatotrojická 164/5 – Písek – Pražské Předměstí
rezervace@kozlovnauplechandy.cz – +420 604 333 444
fb.com/kozlovnauplechandy
Lun-Sáb: 11-23, Dom: 11-22
El domingo fuimos a Písek, una ciudad bastante linda para una excursión de un día. Era nuestra tercera visita; la primera había sido hace unos años, también en Semana Santa, y la segunda, el año pasado, en verano. Esta vez, lo que nos llevó fue la exhibición permanente en el edificio de la vieja maltería, que me hija tenía muchas ganas de ver.
Mientras nos estábamos preparando para salir, me acordé de que el año pasado, en otoño, habían abierto un brewpub y me ofrecí de voluntario para quedarme con Isis, nuestra perra, mientras las chicas iban a la exhibición.
Pisecký Hradební Pivovar esá ubicado en un rinconcito perdido cerca de la plaza principal de la ciudad. La entrada es por un pasillo que lleva a un parque detrás del edificio. A la izquierda hay un salón con sillas y mesas de restaurante que no estoy seguro si ya estaba abierto ese día. A la derecha, está la puerta al bar del brewpub, con el mostrador de acero inoxidable y los grifos en el fondo y un par de mesas. Un tanto demasiado minimalista para mi gusto. Lamentablemente, las mesas estaban ocupados y no había lugar para tomarse una birra na stojáka. Tuve que ir al otro salón, accesible a través de una puerta al lado del tanque de cerveza, ¡y mierda que era feo! Era más chico que el bar, y más angosto; oscuro también, con solo una ventana chica dejando entrar un poco de luz natural. En una de las paredes habían tres cubículos para seis a ocho personas con particiones de casi 1,70 de alto pintadas en marrón oscuro y con tubos azules como marcos, todos con sus propias lámparas, y una mesa con cuatro sillas muy feas, quizás sobras del restaurante que había antes en el local. En la pared opuesta habían tres mesas muy chicas que en total podrían acomodar a seis personas si no estuviesen tan cerca una de otra; en serio, no pude alejar la silla lo suficiente como para sentarme moderadamente cómodo sin darle a la mesa de atrás, y para peor, todas las mesas estaban fijadas a la pared. Todos los cubículos y las mesas (a excepción de la de atrás mío, por supuesto) estaban ocupados por gente hablando casi en susurros. Me sentí como si estuviese en una especie de híbrido impío entre un local de comida rápida de barrio y un tugurio en el que uno se encontraría con un asesino a sueldo para discutir los detalles del contrato.
Quizás la decoración y el diseño interior no hayan estado entre las prioridades de los dueños, pero ¿qué de la cerveza?
El menú en mi mesa mencionaba dos cervezas disponibles de manera permanente (también tenía comidas y me gustaría saber cómo alguien podría comer en una mesa fijada a la pared que no es mucho más ancha que un codo) y empecé por Pisecký Ležák.
Según la descripción, es una ležák plzeňského typu, pero no es así como yo habría descrito la cerveza naranja que me trajeron. La descripción dice que está elaborada con varios tipos de malta. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo con usar solamente malta Pilsen? Puedo entender usar una pizca de malta Munich o acaramelada para darle un poco más de profundidad a la cerveza, ¿pero más que so? Así no se hace una Světlý Ležák. Dicho todo esto, fuera de una competencia, una cerveza debe ser juzgada por sus propios méritos y no por ninguna guía de estilos. Y esta empezó bastante bien. Tenía un carácter maltoso algo rústico pero agradable que me hizo acordar a más de una Märzenbier, y la estaba disfrutando hasta más o menos la mitad del jarro, cuando el amargor herbal, que hasta entonces había estado tocando dos acordes en la guitarra rítmica de manera apenas competente, empujó a todos para ponerse a tocar un solo. Para el final del jarro, era como masticar un ramo de perejil. Las ganas que había tenido de tomar otra habían desaparecido más rápido que la primera Destítka en un día tórrido.
Le siguió la casi escarlata Vídeňský Ležák, servida, lamentablemente, en un jarro seco a temperatura ambiente. No importa, tenía el mismo amargor perejiloso de la anterior, que abrumaba lo que sea que las maltas se suponía tenían que hacer. Era todavía más desagradable.
Hasta ahí, las cervezas de Pisecký Hradební Pivovar habían sido algo menos que mediocres, pero estaba de buen humor y les quería dar otra oportunidad. Elegí la Velikonoční Tmavá 13°, la cual me sirvieron en un vaso de 0,4l. ¿Por qué hacen eso? ¿Y por qué mierdalaconchadelalora esta cerveza, por volumen, cuesta casi 50% más que las otras dos? Si hubiese visto el tamaño de la porción escrito en algún lado (y ni hablar del precio), no la habría pedido y quizás me habría ido (después de las otras, ni loco iba a tomar la APA de la casa). Pero, bueno, la cerveza estaba frente a mí, esperando ser tomada.
Esperaba una lager oscura, pero no lo era. Según la descripción en el folleto plastificado, era de fermentación alta, elaborada con lúpulos neocelandeses. Tenía un aroma suave pero agradable con notas de flores y frutos tropicales y un dejo de tostado en el fondo, y sabía como si al maestro cervecero le hubiesen pedido que haga una Black IPA pero sin convencerlo del todo. En sí mismo, eso no había sido nada malo si la cerveza no hubiese tenido gusto a que le faltaba algo – lúpulo o cebada torrada – en especial final del trago, que era chato, aguado, casi.
Creo tenían otra cerveza de barril, además de la APA, Florián, una Desítka, que probablemente habría pedido primero, pero no tenía la lista de cervezas en mi mesa y la camarera tampoco me la trajo (agarré una de otra mesa cuando estaba terminando de tomar la ale oscura), pero ya estaba cansado del boliche este. Debe ser uno de las más feos en los que he estado y ninguna de las tres cervezas me había satisfecho. Era hora de largarse.
Cuando salí fui caminando hacia el río por el parque, que es muy lindo y estimo reemplazó a las murallas de la ciudad, llamé a la patrona para ver qué estaban haciendo y me dijo que Nela todavía no había ido al hormiguero y que se iban a quedar ahí por lo menos una hora más. Yo le dije que iba a estar en la Kozlovna al otro lado del río, al lado del Kamenný Most.
Pueden decir lo que quieran de las cadenas de pubs, pero no hay duda que saben armar lugares que al menos son agradables a la vista y Kozlovna U Plechandy no es excepción. Aunque, para ser justos, a diferencia de Pisecký Hradební Pivovar, el local no está en un rincón perdido sino frente al río y tiene ventanas enormes que dejan entrar mucha luz y ofrecen un lindo panorama al Kamenný Most (el puente de piedra más antiguo del país) y la vieja maltería, el dominante de la ciudad vieja, en la vera opuesta. Es bastante más grande que el brewpub, también, y estaba hasta las tetas con familias y grupos almorzando y, por lo que se podía oír, pasándola muy bien. Tuve suerte de encontrar una mesa.
El servicio fue casi impecable: personal simpático, atento; una camarera tomó mi pedido casi apenas me había sentado y otra trajo un bol de agua para el perro. Me picaba un poco el bagre, pero no quería comer un plato principal porque no sabía cuánto iba a tardar y además íbamos a almorzar en Strakonice más tarde. Me quedé con una sopa de gulash, una de las mejores que he comido en mi vida, aunque, por 57 CZK, la porción me pareció demasiado chica y tampoco me trajeron pan. Para la cerveza casi ni tuve que pensar, Kozel 12° Nefiltrovaný. (curiosamente, no tenían Kozel Tmavý de barril).
Pueden decir lo que quieran de las macro-cervecerías, pero hay duda que saben cómo hacer una lager rubia que se vea como tal y que, al menos en este caso, esté bastante rica también; en especial cuando está bien servida, en una jarra enfriada con agua fría. Le siguió un segundo půl litr. Estaba muy, muy a gusto, disfrutando del ambiente. Pensé en tomar una tercera, pero habría llevado fácilmente a una sexta, lo cual no creí que sería buena idea con el estómago casi vacío. Pagué, me fui y, mientras cruzaba el puente, buscando un lugar para sentarme al sol a leer, la patrona llamó para avisarme que estaban en camino.
Entonces, ahí lo tienen. Terminé disfrutando una sucursal de una cadena de restaurantes y su macro lager mucho más que el brewpub local y su Řemeselné Pivo. ¿quién lo habría dicho?
Na Zdraví!
* Había un festival cervecero en la ciudad ese fin de semana, pero ni se me ocurrió ir porque a) estaba con la familia y el perro y b) es del tipo que cobra entrada y esos festivales se pueden ir todos a la concha que los parió.
Pisecký Hradební Pivovar
N 49°18.53152', E 14°9.01782'
V Koutě 90/4 – Písek – Vnitřní Město
rezervace@piseckypivovar.cz – +420 722 030 717
fb.com/piseckypivovar
Lun-Jue: 10-22, Vie-Sáb: 10-24, Dom: 10-21
Kozlovna U Plechandy
N 49°18.55772', E 14°8.67488'
Svatotrojická 164/5 – Písek – Pražské Předměstí
rezervace@kozlovnauplechandy.cz – +420 604 333 444
fb.com/kozlovnauplechandy
Lun-Sáb: 11-23, Dom: 11-22
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