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Escapada Cervecera a Uhřiněves


Un par de días después de mi paseo cervecero en Slaný decidí que el tiempo estaba lo suficientemente lindo como para darse una vuelta por Pivovar Uhřiněves, o, mejor dicho, Pivovarská, el restaurante de la cervecería.

Llegar fue una pavada, un viaje de 20 minutos en un City Elephant desde Hlavní Nádraží que no me costó ni un mango por la línea es parte del sistema de transporte público de Praga. Desde la estación de Uhřiněves hasta la cervecería es solamente una caminata relativamente corta aunque no muy agradable. (que resultó ser un tanto más larga para mí. En Prátelství, la arteria principal de la localidad, fui para la izquierda cuando tendría que haber agarrado para la derecha—habían pasado un par de días desde que había mirado el mapa y la memoria me falló. Y podría haber sido también aun más corta y agradable se hubiese notado el sendero a unos metros a la derecha de la estación, que ni siquiera había visto en el mapa).

Según lo poco que pude encontrar al respecto, la historia de Pivovar Uhřiněves es muy parecida a la de Unětický Pivovar: originalmente abierto en la segunda década del siglo XVIII y cerrado en 1949, después de haber sido nacionalizado por el régimen Comunista, luego de haber intentado volver a ponerlo de pié al terminar la Segunda Guerra Mundial. Según lo que un amigo involucrado en el proyecto me había dicho el año pasado, la resurrección de la cervecería fue financiada parcialmente con fondos de la UE, y que una de las condiciones de la subvención fue que la fábrica esté funcionando comercialmente para noviembre. El plazo no fue cumplido (y me pregunto cómo lo solucionaron, voy a tener que averiguarlo), y la cervecería no abriría oficialmente sino hasta abril de este año.

Lo primero que me llamó la atención cuando por fin llegué al restaurante fue su jardín cervecero. Bastante grande para los estándares checos y un jardín hecho y derecho, con grandes árboles y demás chiches; sin duda, uno de los más lindos que he visto en este país. No obstante, fui a sentarme a dentro, porque sí.

El interior resultó ser un poco más chico de lo que me había imaginado. Si uno entra desde la calle (y no desde el jardín, como hice yo), es recibido por una zona de bar relativamente amplia. Hay dos salones más, a la derecha, y un entrepiso justo arriba, cerrado al mediodía. Elegí una mesa con buena vista a los grifos, al lado de una ventana, cerca de la puerta.

El servicio fue impecable y la comida, aunque nada memorable, no decepcionó. Hasta tuve compañeros de mesa espontáneos: un tipo con su hijo de 10 años. Me contó que conocía el boliche de antes de que lo haya tomado Pivovar Uhřiněves (o, quizás, ¿de que lo haya recuperado? Ya que parece que había sido originalmente abierto por la cervecería original), agregando que ahora era un poco mejor. Lamentablemente para él, había venido en auto y tuvo que conformarse con nealko pivo, pero tenía mucha curiosidad sobre mi opinión de las cervezas, y seguro que ustedes también ya.

Empecé por el escalafón más bajo de la escala Balling the la casa, con Alois 11°; una Světlý Ležák que se acomoda muy bien a medio camino entre una Desítka y una Dvanáctka, no solo en lo etílico, sino también en lo sensorial. Un ejemplo perfecto de todo lo que puede hacer una excelente cerveza de una Lager Rubia. Me salteé un escalafón, para quedarme en el mismo campo cromático, y elegí Alois 14° como segundo plato. Los que reseñan y califican cervezas solo en base a muestras de cata probablemente juzgarían a esta como sosa y aburrida. Sin embargo, ya que la mayoría de ellos no entiende demasiado de cerveza, sus opiniones deberían ser ignoradas. Empieza un poco sosa, sí, pero empieza a abrirse luego de un par de tragos, convirtiéndose en una belleza sutil y bastante compleja; casi bipolar, con una tomabilidad engañosa contrastada por una arista afilada para que no olvides con quién estás tratando. Es lo que me imagino que una buena Exportbier debe haber sido.

A un escalón Balling más abajo está Alois 13°, una Polotmavý. Teniendo en cuenta el alto nivel que habían fijado las dos cervezas anteriores, esta se quedó un poco corta. No le encontré nada técnicamente malo, pero la faltaba ese cuerpo y redondez que tanto me gusta en las cervezas de este tipo. Por suerte, Porter 16° tenía los músculos suficientes como para compensar las faltas de su hermana ámbar. ¡Qué belleza es esta Porter de convicción Báltica! Tiene todo lo que me gusta del estilo, presentado con garbo y competencia. Sería perfecta si la sirviesen en porciones completas de medio litro en lugar de (solamente) en 0,4l; pero para ser justos, eso no es culpa ni de la cerveza, ni del maestro cervecero. Pero más allá de eso, a veces pienso que es una pena que la mayoría de los checos parecen estar más dispuestos a toma una Ejl o ČIPE pedorras que una Lager negra excelente como esta; no se puede culpar a los elaboradores. Habrá entonces que valorar las pocas buenas Lager negras que hay y apoyar a los cerveceros que las hacen, en lugar de correr detrás de las últimas novedades.

En conclusión, ir a Uhřiněves fue una buena decisión. Todas las buenas referencias que tenía de la cervecería (suficientes como para romper mi moratoria de 6 meses con nuevos minipivovary ) quedaron confirmadas. Y si no tienen ganas de hacer el viaje, Pivovar Uhřiněves tiene un pub en Vinohradská, pero todavía no lo he visitado.

Na Zdraví!

Pivovar Uhřiněves – Pivovarská Restaurace
50°1'46.881"N, 14°36'18.711"E
K sokolovně 38 – Praha-Uhřiněves
+420 267 711 949 – info@restaurantpivovarska.cz
Lun-Sáb: 11-24, Dom: 11-23

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