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De paseo con un amigo


Lo había estado planeando por un tiempo, la primera excursión cervecera de un día, no relacionada con trabajo, en vaya uno a saber cuánto tiempo. Había estudiado los horarios de los trenes, incluyendo diferentes alternativas para el trayecto de vuelta, horarios de apertura, direcciones, mapas. Ni siquiera me molestó que, como no quería volver a casa demasiado tarde para preparar la cena, me vi forzado a reducir el viaje de tres a dos cervecerías. Estaba igual de entusiasmado. Hasta había conseguido a un amigo para que venga conmigo.

Acordamos encontrarnos el martes de la semana pasada a las 10 en Hlavní Nádraží. El tren a Zadní Třebaň salía a las 10:20 y el viaje tardaría un poco más de media hora.

Fue un viaje sin problemas en uno de los trenes City Elephant (que están muy buenos) que pasamos más que nada poniéndonos al día (hacía más de un año que no veía a mi amigo). Llegamos a Zadní Třebaň sin retraso, pero cuando nos bajamos del tren me di cuenta que estaba un poco desorientado. No estaba seguro de la ubicación de Pivovar Bobr y Hostinec U Mlýna, donde Bobr tiene un grifo, en relación a la estación. Intenté preguntarle a un de personas, incluso a la piba de la boletería, pero ninguno era del pueblo. Después de putearme un poco por no haber impreso el mapa, elegí ir a la izquierda, sin saber si íbamos en buen camino hasta que le pregunté a una señora jugando con su hijo en un jardín.

Tampoco es que nos sirvió mucho, la verdad. El lugar estaba cerrado. Un pizarrón en el jardincito cervecero (que, dicho sea de paso, tenía muy linda pinta) decía que los lunes y martes se abría a las 3. ¡Me cago en ellos! ¡La página de internet decía que abría a las 10! Ya no se puede confiar en nadie estos días.

Pero estábamos en una misión y, con Dios como testigo, no íbamos a volver a la estación sin una birra en la barriga. Por suerte, no estábamos lejos de un bar, habíamos visto un cartel invitando a uno a la vuelta de la esquina.

Estaba en un camping, Kemp Ostrov, y tenía linda pinta, y también pintaba cerrado. Pero los štamgasty nos aseguraron que estaba abierto. Bastante simpáticos los tipos, con el grifero desaparecido, uno de ellos, viendo lo sedientos que estábamos, se levantó y nos sirvió una birra a cada uno.

Country Hospoda es, para todos los efectos, un bar multi-marca. Tienen Pilsner Urquell, Gambrinus 10º, Staropramen Nefiltrované y Svijanský Máz. Elegimos Máz (no creía que PU vaya a estar muy fresca, y las otras dos no me gustan mucho) y fuimos a sentarnos afuera.

Máz nunca fue una cerveza que me gustó demasiada, incluso cuando tenía a Svijany como mi marca favorita, pero la verdad que me pareció muy rica ese día. Quizás la ampliación de la capacidad les ayudó a solucionar algún problemita de calidad, o también puede haber sido el “factor dónde” (el día estaba hermoso y estábamos es un lugar muy lindo y tranquilo),

A ninguno de los dos nos hubiese importado quedarnos por otra ronda, pero tuvimos que irnos después de apenas una. Con toda la charla, y el lento ritmo del lugar, habíamos tomado nuestas cervezas más despacio que de costumbre (al menos en lo que a mí respecta). Nuestro tren salía en unos diez minutos y, si lo perdíamos íbamos a tener que esperar dos horas para el siguiente. Habíamos disfrutado del boliche y la birra, pero tampoco TANTO.

El tren ya estaba en la estación. Era uno de esos con motor diésel, de un solo vagón, viejos, rojos, que se parecen a un autobús. El viaje fue, cruzando campos, prados y bosques, en lo que parecía ser una de las partes más remotas de Bohemia Central, fue bastante agradable, incluso a pesar de que el tren a veces paraba en el medio de la nada.

Tardamos apenas 22 minutos en llegar a Všeradice, aunque pareció más, pero de una manera extrañamente placentera. Esta vez no tuvimos problemas en encontrar el camino desde la estación a la cervecería que queríamos visitar, había un cartel muy visible indicándo cómo ir hasta Zámecký Dvůr Všeradice.

Después de la decepción en Zadní Třebaň, tenía miedo de que este lugar también esté cerrado. Ver lo que evidentemente parecía una obra en construcción justo al lado de la entrada al complejo del palacio no hizo que me sintiera mucho mejor. Por suerte, se trataba de las reformas en solo uno de los edificios del complejo, el restaurante estaba abierto.

Si me preguntasen, diría que las canchas de tenis en el patio del palacio tienen tanto que hacer ahí como una stripper en un cumpleaños infantil, pero hay que admitir que los dueños han hecho un muy buen trabajo con el interior del restaurante. Está en lo que supieron ser los establos; apenas decorado, todo pintado en blanco, con cielorraso alto y abovedado (casi parece el interior de una iglesia Husita), con el bar en una punta, al lado de la entrada, y la fábrica en la otra. A diferencia de la gran mayoría de los brewpubs o, mejor dicho en este caso, brewstaurantes (vamos a ver si este neologismo pega) checos, la sala de cocción no está integrada al salón, sino que está en una estructura tipo caja, con una ventana que solo deja ver el equipo de cocción.

Como era de esperarse un martes temprano a la tarde, el lugar estaba tremendamente vació, pero no nos importó, para nada. Y nos importó todavía menos cuando empezaron a llegar las cervezas. Tenían cuatro en los grifos: Světlá y Polotmavá 11°, Světlá 13°, y Polotmavá 14°.

Ya con bastante tiempo por delante, decidí que recorrería los grifos y empecé con la Světlá 11º. ¡Qué belleza de cerveza! ¡Impresionante! Tenía todo lo que se puede esperar de una Světlý Ležák como dios manda, y más; una jedenáctka pulenta capaz de juntarle el culo con el mentón a patadas a cualquiera que se atreva a decir que las lager rubias son chatas y aburridas.

La Polotmavá 11° y la Světlá 13°, aunque no tan impresionantes como la anterior, eran de todos modos excelentes. La primera me hizo acordar a alguna que otra Landier, o quizás Kellerbier, pero sin querer ser ni una ni otra. La segunda era prácticamente como su hermana de 11º, pero con los lúpulos más sumisos ante maltas algo más musculosas.

Me quedaba una cerveza, la Polotmavá 14º. Por algún motivo, estaba esperando que siga el mismo patrón de las dos Světlé. En lugar de ello mi paladar recibió un soplamoco lleno de lúpulo. Era, por supuesto, la IPA de la casa. Pensé que no la tenían ese día porque el camarero no la mencionó por su nombre. Pero tampoco importó, estaba deliciosa, tal como la recordaba, e ideal para terminar la sesión.

La reputación de Pivovar Všeradice es más que bien merecida. Todas las cervezas estaban increíblemente bien hechas, con un perfiles muy limpios, algo que, al menos en lo que respecta a microcervecerías nuevas, a veces parece acercarse más a la excepción que a la regla.

El viaje de vuelta a Praga no fue tan fácil como el de ida. Tomamos el trencito a Lochovice, en donde a las 15:20 podríamos agarrar el expreso a Praga que venía de České Budějovice, Tenía 15 minutos de retraso, pero no nos importó en lo más mínimo. El día estaba igual de lindo que al principio, no teníamos apuro (y teníamos cerveza). Al final, llegamos a Praga para las cinco, tal como lo había planeado.

Misión cumplida. Fue un día fantástico.

Na Zdraví!

Pivovar BobrHostinec U Mlýna
N49°55'10.702'', E14°12'33.994''
U Mlýna 8 – Zadní Třebaň

Country hospoda "Na Ostrově"
N 49°55.25573', E 14°12.52732'
Ahí en Zadní Třebaň
kempostrov@gmail.com – +420 777 150 241

Pivovar Všeradice
N 49°52.39472', E 14°6.65623'
restaurace@zamecky-dvur.cz – +607 724 091
Dom-Jue: 10-22, Vie-Sáb: 10-24

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