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Mano de piedra con toque de seda

La primera vez que probé Jihlavský Grand no me impresionó demasiado. Fue durante el día inagural del Pivní Festival Praha. En ese momento la noté algo desbalanceada. Evan me insistió que es muy buena, así que le di otra oportunidad cuando fui la segunda vez. A decir verdad, no me acuerdo demasiado, es más, ni siquiera estoy seguro si realmetne la tomé, son varias las cosas que no están del todo claras en mi memoria ese día. Pero ése es otro tema.

La mayoría de los checos, y no pocos residentes extranjeros sostienen con fanatismo casi religioso que todas las cervezas son mejores de barril. Si bien cierto en muchos casos, en algunos no lo es así, en especial en las cervezas más fuertes. Es como que el espacio más confinado de la botella hace que los elementos de sabor y aromas se integran de una manera más compacta, logrando una cerveza más balanceada y sabrosa. Jihlavský Grand es un buen ejemplo de ello.

Al servirla, el vaso se llena de un dorado casi naranja, cristalino, con burbuja muy fina y coronado por bastante espuma, que sorprendentemente, no se disipa demasiado rápido. El aroma es seco, intenso con algunas notas de whisky. Las notas secas siguen en el sabor, donde se siente cáscara de naranja. El 8%ABV se siente, pero no molesta, se presenta como un elemento más en el trago, otorgando carácter. En final hay suave vainilla y quizás algo de madera, el regusto que deja es el mismo con el que empieza el trago. Muy buena cerveza, muy bien hecha, de esas para tomar despacio a la tarde o acompañando quizás algún plato asiático.

Na Zdraví!

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