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Paseo Cervecero a Litoměřice - 3ª Parte

De más está decir, dormí cual bebé ebrio. A la mañana, tardé en levantarme, la cama estaba demasiado cómoda para dejarla (la habitación, además, era un lujo, parecía mucho más cara de lo que pagué).

Cuando ya me resultó imposible seguir ignorando el llamado de la naturaleza, me levanté un poco a regañadientes y temiendo el dolor luego de los esfuerzos del día anterior. Pero mis piernas estaban bien, nada de entumecimiento, me sentía como después de alguna de mis habituales caminatas de 10 km en la ciudad. Mirá vos.

Como ya dije, la habitación en Penzión Mácha estaba muy buena, pero el desayuno dejaba bastante que desea. El café zafaba, sí, pero era lo de siempre, aburrido y de calidad supermercado. Después de tomar un par de cafés y de picar algo porque estaba incluido en el precio, agarré mi libro y salí a explorar la ciudad un poco más.

Litoměřice es ideal para una excursión de un día. La plaza principal es hermosa, hay bastante arquitectura interesante y tiene algunos lugares donde está un poco descuidada, lo que, junto con la vida local, de la un poco más de encanto que esas ciudades cuyo centro histórico se mantiene inmaculado.

Mis pies me terminaron llevando a Kafe Doma, un local muy bonito oculto en un patio interior de un edificio en la plaza principal. Un lugar ideal para tomar excelente café, mirar gente y leer al aire libre rodeado de verde. Al día siguiente volví para desayunar como la gente y la comida estaba un montón. Qué lindo sería tener un local así cerca de casa, pero con cerveza de barril.

Exploré un poco más, haciendo tiempo hasta el almuerzo. Una amiga me había recomendado Radniční sklípek y su terraza en Mirové náměstí. Otro golazo. La Pilsner Urquell no estaba demasiado buena, pero la comida la compensó de sobra, una de las mejores sopas kulajda que he comido en mi vida y un plato principal de cordero asado, espinaca y knedlíky de papa que todavía agua a la boca. Después de comer, la temperatura estaba subiendo y el sol pegaba con ganas, todavía me quedaban un par de horas para hacer lo que tenía que hacer. Momento para una siesta.

El lugar al que quería ir estaba a unos 7 km, pero la caminata prometía ser en su mayoría al sol y la verdad que no pintaba el orto. Por suerte hay un tren que sale cada hora de la estación central y que me dejaría ahí cerquita en un par de minutos. ¿Pero qué hacer con el tiempo ahorrado? Escabiar, qué más; y Minipivovar Labuť me quedaban unas cervezas por probar.

El jardín estaba más tranquilo que la tarde anterior y el servicio se movía al ritmo de placas tectónicas. Probé tres de las cervezas que tenían de barril. Como sus pares de U sv. Štěpána, la Světlý ležák y la Polotvmavé resultaron frustrantes, pero por un motivo diferente. Ninguna de las dos estaba echa mierda en el grifo (aunque tampoco estaban particularmente bien servidas), su problema era algo más intrínseco. Ambas empezaban competentes aunque con demasiado gas, pero de repente apareció un retrogusto como de aire saliendo de un globo de cumpleaños. Era sutil, pero una vez que lo notabas era imposible de ignorar y al final arruinó ambas experiencias. La Pale Ale, por otro lado, bueno, esa estaba mala y con ganas: un blend perfecto de margarina barata y lúpulos viejos.

En términos cerveceros, el viaje hasta ahora no había sido demasiado notable. O, mejor dicho, algunas cervezas habían sido notables, pero por los peores motivos. Con suerte, mi próximo destino mejoraría las cosas y ya hora de ir para la estación a tomar el tren a Křešice y caminar los 800 m a Zahořany para comprobarlo.

Pivovar Špitt no es un brewpub del todo común. Abre solamente los miércoles a las 5 de la tarde y, en lugar de ser estar en un bar, uno se siente como en el jardín de un amigo o vecino. Otra cosa, produce una sola cerveza, una Světlý ležák de 12°.

Fue fácil de encontrar. Llegué unos diez minutos antes de la hora de apertura, junto con un grupo de cuatro ciclistas, y el dueño nos indicó que entremos apenas nos vio. A las cinco en punto los vecinos empezaron a llegar y no tardaron en aparecer otros ciclistas. A pesar de todavía no tener una cerveza en frente, me sentía muy a gusto en un ambiente que difícilmente podía ser mejor.

Cuando llegó en su jarro de vidrio grueso, la cerveza era de color dorado pálido, turbia y con una espuma que probablemente podría haber aguantado una moneda. Sabía bastante casera, un poco áspera y con un entusiasmo un poco excesivo en el lúpulo. Estoy seguro que esas personas que necesitan analizar a fondo cada birra que toman encontrarían más de una falla en esta lager rubia, y darían un poco de lástima, porque una vez que le tomé la mano en la segunda ronda, llegué a la conclusión de que había algo genial en esa imperfección, hacía juego con el entorno de una manera que sería imposible para una cerveza más refinada, y además iba muy bien con los tentempiés caseros.

Los cuatro ciclistas se fueron después de su segunda cereza y su lugar fue tomado por una pajera mayor, también en bicicletas (aunque eléctricas), con quienes tuve una muy divertida charla, que siguió con uno de los vecinos y su perro. Fue una tarde perfecta – las seis birras, la comida, la onda, el tiempo – me dio un poco de lástima irme, pero me prometí que volvería.

La noche era cálida y mi humor no podría ser mejor. Vi una enoteca medio cheta detrás de la Iglesia de Todos los Santos que todavía estaba abierta y paré a tomar algo antes de dormir, dos copas de vino bastante caro pero muy bueno de una bodega local.

Esa noche también dormí muy bien.

Na Zdraví!


KafeDoma

Mírové náměstí 30, Litoměřice
info@kafedoma.cz - +420 416 732 007
Mon-Sat: 7:30-19:30 

Radniční sklípek
Mírové náměstí 21, Litoměřice
+420 731 422 013
Fri-Sat: 11-24, Sun-Thu: 11-23 

Pivovar Špitt
Zahořany 90, Křešice
spittovar@seznam.cz - +420 602 470 800
Wed: 17-22


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