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Reseña de Vuelta a las Raíces: Pecký PIvovar

Al igual que el año pasado, las vacaciones de invierno de mi hija las pasamos en Pec pod Sněžou, en Chata Orlík, un hotel cómodo con con personal y dueños muy simpáticos, cerca de las pistas, pero alejado del bullicio urbano y con el mejor morfi en términos precio/calidad que he comido en mi vida. El menú era distinto cada día, con una, una entrada, un plato principal con guarnición, postre, quesos y frutas, todo de primera y a 180 CZK por persona (la mitad para chicos).

Después de un día de esquí, el menisco de mi rodilla derecha sugirió, en términos muy claros, que mejor sería descansar un día. En un centro de esquí, si no esquiás, no hay mucho más para hacer además de ir de copas. El problema es que los bares cerca de las pistas, además de ser caros y con cerveza que no es servida en las mejores condiciones, no son muy adecuados para pasar un rato tranquilo con una cerveza o cinco. Tampoco quería quedarme en el hotel. Pero siempre tengo un plan (bueno, no siempre): ir a Pecký Pivovar, ubicado a casi 3 km del lugar donde almorzamos con mi familia y los amigos que habían venido con nosotros.

Pecký Pivovar abrió en noviembre y me enteré por los carteles que adornaban muchas paradas de tranvía en Praga. Bajo circunstancias normales, lo habría ignorado: tiene menos de seis meses funcionando y no tenía referencia alguna, pero no se me ocurrió nada mejor que hacer y calculé que mi rodilla podría aguantar la caminata.

El trayecto cuesta arriba fue bastante fácil hasta más o menos los últimos 200 metros, cuando el camino no solo se volvió más empinado, sino que tenía también mucho hielo. Cuando llegué al bar de la cervecería, y más allá de la temperatura de -6°C y de la nieve que caía, estaba jadeando y chivando como si hubiese estado saltando en un sauna. Adentro, en el bar, hacía mucho calor. La partida del día estaba en el whirpool y la temperatura debía estar cerca de los 30°C.

El local, con un diseño moderno y nada memorable, es chico; cuatro o cinco mesas, además del bar, que tiene una parrilla, y la cocina atrás (hay un salón más grande, un restaurante, separado por una puerta de vidrio). Casi al lado del bar, a la izquierda, está la sala de cocción con dos tachos de 10 hl recubiertos en cobre y algunos tanques en la pared opuesta. Hay más tanques en el sótano, visibles a través de un piso de vidrio. No me acuerdo cuántos ya, pero parece que tienen capacidad suficiente. Si estuviese en el medio de una cuidad, sería un bar más lleno de líneas rectas, acero inoxidable y beige, pero acá, rodeado de bosques, nieve y montañas visibles desde las grandes ventanas en el fondo de la sala de cocción y al lado mío lo hacen un candidato sólido al brewpub más lindo en el que he estado.

¿Y las birras?

El grifero, un pibe alto y delgado con rastas largas, que se parecía alguien que conocía en mi juventud cuyo nombre ya he olvidado, tomó mi pedido mientras pelaba mis capas de ropa.

Me decepcionó un poco ver que las cervezas estaban disponibles solamente en porciones de 40 cl. De haberlo sabido de antemano, es posible que no haya venido, pero la página web no ofrece ningún tipo de información al respecto. Los precios no son exactamente baratos (36 CZK por la 10° y 44 CZK por la 12° y la negra. Había también una IPA a 50 CZK), pero eran de esperarse teniendo en cuenta la naturaleza estacional del boliche y que la fábrica esta montada en lo que parece ser un edificio totalmente nuevo.

De más está decir, abrí la sesión con una Desítka. Además de que me supo limpia, no puedo decir nada más ya que se desvaneció en mi garganta y un trago y medio. Habría que tomar otra para poder degustarla como Dios manda. ¡Muy buena! Una vez más, limpia, bien madurada, nada de cosas feas y un delicioso pero sutil toque de maltas Pilsen al final del trago que casi se podía masticar. Mi única, y pequeña, objeción es que estaba demasiado efervescente. No puedo decir si es algo intrínseco de la cerveza o producto de sistema de dispensado, pero no le hacía bien a la estructura.

Le siguió la Dvanáctka. Para entonces ya me había hecho amigo del grifero, que tenía orgullo de vender las cervezas que vendía. Y con buena razón. Como la 10°, está hecha solamente con maltas Pilsen, y lúpulos Sládek, Premiant y Saaz, pero con decocción triple en lugar de doble. También era limpia, pero más suave y plena (¿producto de la decocción adicional, quizás?) que su hermana más ligera, y el final del trago, en lugar de grano, tenía un ¡puf! floral. Casi como estar masticando margaritas, o alguna huevada poética por el estilo. Habría que tomar otra para estar seguro de tener todas las notas bien.

Se estaba haciendo tarde, pero no podía irme sin probar la Černý. Enigmáticamente, y más allá del macerado de decocción, no es de fermentación baja sino alta. Está elaborada con lúpulos ingleses y sin cebada tostada, lo cual prácticamente descarta una Stout y también una BIPA. Me encanta cuando no hay estilos en las etiquetas. Evaluás la cerveza por sus propios méritos y no según lo que dice un catálogo de categorías de competencias. Y si la querés encasillar en algún lado, es tu decisión dónde. Me gustaría que todas las cervezas hiciesen lo mismo, al menos con una de sus cervezas, pero entonces, ¿cómo determinarían los frikis si la birra es buena o no? Pero volviendo a esta cerveza. No estoy seguro qué estilo le encajaría si tuviese (a lo mejor London Porter), de lo que sí estoy seguro, y mucho, es que era una belleza. Ligera sin ser aguada y con una enorme nota del mejor chocolate amargo que es casi infinita. ¡Una belleza, sí señor!

Me habría quedado tranquilamente para otra, pero le había dicho a la patrona que nos encontraríamos en el hotel a eso de las cuatro y ya eran más de las 3 y media. Por suerte para mí (y quizás para mi culo – bajar por ese camino helado habría sido una pesadilla), el Maestro Cervecero había terminado su jornada laboral y aceptó llevarme al centro de Pec. Mientras él juntaba sus cosas, aproveché para probar un poco de la IPA, que estaba lo suficientemente decente como para comprar una botella PET (100 CZK/1 l) y una de la belleza oscura (80 CZK/ 1l) para compartir con el resto del grupo. Ambas fueron un éxito rotundo.

Al Maestro Cervecero le alegró saber lo mucho que me habían gustado sus cervezas. Vale decir que es un Maestro Cervecero en serio, con varias décadas en el oficio. Empezó cuando tenía 15 años y pasó casi toda su carrera en Prazdroj. Se nota en las cervezas.

Llegué al hotel un poco más tarde que lo acordado. Pero no importó, todos estaban de buen humor y mi humor era todavía mejor. No podría ser de otro modo.

Pecký Pivovar
N 50°42.48400', E 15°43.95328'
Pec pod Sněžkou 124
+420 491 204 141 – info@peckypivovar.cz

Comentarios

  1. Hola filósofo, vuelvo a Praga después de unos cuantos años. Quería saber cual es el mejor bar que no esté muy lejos del centro para degustar unas Svijanys, al que fui un par de veces por recomendación tuya era el Restaurace Svijanský rytíř en Jirečkova 1014/13 y que maravilla de cerveza, sigue abierto?

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    Respuestas
    1. El local ese cerró hace unos años, lamentablemente. El mejor lugar en Praga para tomar Svijany, en mi opinión, es U Rokytky, cerca de la estación de metro Palmovka. Está lejos del centro, pero es fácil llegar en metro o tranvía.

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