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Tren + Cervecería + Bondi + Cervecería + Bondi + 2Cervecería = Gran Día

Cuando blogueaba para el Prague Post escribí un artículo sobre microcervecerías en las afueras de Praga a las que se podía llegar fácilmente con transporte público. Incluía a Berounský Medvěd, Starokladenský Pivovar y Antoš Slaný, los cuales, sugería, podían visitarse todos en un mismo día, sin tener que ir y venir de Praga. Desde entonces que tenía ganas de hacer el viaje, hasta lo había planeado un par de veces, pero, por algún motivo u otro, lo tuve que cancelar, hasta el otro día.

La familia estaba de viaje, yo había podido terminar un par de laburos antes del plazo y de golpe me encontré que tenía un día entero libre. Fui a idos.cz para ver los horarios de trenes y autobuses, en especial entre las tres ciudades, teniendo en cuenta una cuarta cervecería, Továrna, en Slaný. Era muy viable; si empezaba temprano en Beroun, podría estar tomando la última cerveza en Slaný para la media tarde. Tenía un plan.

Tomé el tren S4 que salía de Hlavní Nádraží a las 9:17. Pensé en tomar el expreso a Pilsen que sale unos minutos antes, pero decidí que no. Habría sido más rápido, sí, pero para nada ya que llegaría antes del horario de apertura de Berounský Medvěd (de lo cual estaba equivocado, el boliche abre a las 9, no a las 10) y también era más caro. Mi abono de MHD-PID cubre hasta la segunda zona tarifaria fuera de Praga, lo cual significa que el boleto para el S4 me costaría solo 18 CZK. Además, el S4 toma una ruta un poco más pintoresca.

El tren llegó con 20 minutos de retraso. No me importó, tenía tiempo de sobra (aunque los que se habían perdido una conexión no lo tomaron con tanto estoicismo).
Habían pasado años desde la última vez que estuve en Berounský Medvěd y fue reconfortante ver que prácticamente nada había cambiado (quizás sufro lo que Borges, en El Aleph, dice: una vez cumplidos los cuarenta años, todo cambio es un símbolo detestable del pasaje del tiempo). Los carros blindados seguían ahí, y el complejo en su totalidad seguía pareciendo como si Freddy Krueger estuviese acechando en un rincón oscuro. Pude también echarle un vistazo al equipo de cocción alimentado a madera y hecho de chatarra. En mi anterior visita, recuerdo, lo estaban alimentando con marcos de ventanas viejas, hoy estaban usando pallets rotos.
La taberna, adentro, también estaba tal como la recordaba, y casi vacía (demasiado temprano para el público del almuerzo, creo) pero me sentí muy bien. Ni siquiera la música pedorra de una radio Pop checa pedorra me molestó demasiado.
Mi ánimo mejoró aún más al ver los precios de las cervezas. La más cara, Grizzly Porter 18°, costaba 40 CZK el medio litro; la más barata, Cyklopivo 8°, 20 CZK. Me quedé con Zlatý Kuň, la Světlá 11° (25 CZK) de la casa. No la describiría como sobresaliente, o memorable, pero estaba muy lejos de la mediocridad y tenía un toque rústico que dudo quedaría bien en los modernos Craft Pivní Bary de Praga (que quizás la venderían por el doble), pero que maridaba a la perfección con el entorno.
Para comer, elegí una cmunda po kaplicku deconstruida. Aunque los bramboračky necesitaban algo más de ajo, el cerdo ahumado era de primera, al igual que el chukrut. Una delicia. Para el postre, por así decirlo, pedí 13° Berounský Medvěd Tmavé, que estaba servida demasiado fría, pero que, después de tomar algo de temperatura, sabía a una agradable mezcla de café dulce y chocolate.
Me quedaba más que suficiente tiempo para una tercera birra, pero me esperaba un viaje de 75 minutos en autobús y no creí que sería una buena idea, lo cual fue una lástima porque le tenía muchas ganas a la Cyklopivo; de hecho, en cierto modo lamentaba no haberla pedido en lugar de la 11° (no hacía falta preocuparse, el destino eventualmente pondría las cosas en su lugar). En lugar de ello, me llevé una botella de litro y medio de Klepáček, una Polotmavé de 14° (con aristas un poco ásperas, pero que al final tenía una linda onda Märzen) y una de un litro de Grizzly (hermosa y criminalmente tomable) y pagué la cuenta de algo menos de 300 CZK, incluyendo las dos botellas.

La terminal de autobuses está al lado de la estación de trenes y mi transporte a Kladno salía a las 11:23. Había traído un libro para leer en el viaje, pero creo que ni siquiera lo saqué de la mochila. Una vez que dejamos atrás la ciudad, la campiña era hermosa y romántica, y pasé el tiempo mirando por la ventana y soñando despierto hasta que llegamos a Kladno.
El autobús me dejó a 250 metros de Starokladenský Pivovar, que me vino bien porque tenía solamente media hora antes de tomar el 608 a Slaný, e menos que quisiese quedarme otra hora y media. La parada de ese autobús, por suerte, estaba a apenas 100 metros del brewpub.
Desde la entrada en vigor de la prohibición de fumar en bares, cafés y restaurantes a fines de mayo (y, en algunos casos, en diciembre, cuando el EET (el registro electrónico de facturación) tomó vigencia, algunos locales se transformaron en “clubes privados” para eludir las reglamentaciones. Starokladenský Pivovar es uno de ellos y la taberna cambió su razón social a “Spolek přátel Kladna a dobrého piva” (Asociación de Amigos de Kladno y de la Buena Cerveza). Para que la cosa sea oficial, a la entrada hay una máquina parecida a las que dan números en bancos u oficinas públicas que emite tarjetas (o, mejor dicho, boletos) de membresía válidos por un día.
Para mi gran sorpresa, ninguno de los 10 o 12 parroquianos presentes estaba fumando. Me posé en el bar y pedí un jarro de Starokladno 10,8°. No soy adepto a las Desítky voluptuosas, me parecen un error, pero esta es una excepción. No estoy del todo seguro qué es lo que esta hace bien que las otras no. Puede que ser su centro de gravedad, más cercano al tope que al fondo, o que los lúpulos la dan un mejor balance.
Hay algo también en el lugar, esta amplia borrachería, que encuentro atractivo y que no puedo definir. Puede que sea la buena educación de tanto clientes como personal (aunque no tengo idea de lo que debe ser a la noche) o los precios. Starokladno cuesta 18,50 CZK el medio litro y Černý Havíř, de 12,8°, la otra cerveza que tomé, 25,5 CZK, que, dicho sea de paso, era parecida a la de Beroun, pero un poco más ligera al paladar.

No me habría importado tomar otras tres o cuatro Desítky, pero el 608 salía a las 13:14 y, si quería que todo salga como había planeado, quedarme por otra hora y media no era una opción.

El viaje a Slaný tomó apenas 30 minutos. Llovía cuando me bajé en la terminal de autobuses y me di cuenta de que me había dejado el buzo en Beroun. Más que putearme a mí mismo, no había otra cosa que hacer, mejor sería acordarse el camino a Továrna.
No tengo nada que añadir a lo que dije sobre el local después de mi visita el año pasado, solo que a Továrenská 10° la encontré muy mejorada. Como su hermana dos grados mayor, Kruták, tenía todo lo debía tener y algo más.
Me picaba un poco el bagre y pedí grundle, o cornalitos, como los llamamos en la madre patria. Los pescaditos fritos son excelentes para acompañar las birras y los disfruté hasta su última cabeza y cola (la ensaladita que los acompañaba tampoco estaba mal).
Estaba de ese humor alegre que tenés cuando, más allá del olvidado buzo, todo esta saliendo como planeado y tomaste buenas cervezas, con buena comida, en lindos lugares (o al menos, interesantes) y todavía me queadaba bastante tiempo, no solamente para la siguiente parada (que sabía no decepcionaría), sino para tomar otra cerveza en donde me encontraba. No le tenía ganas a la IPA, con su alto precio y pequeño tamaño, ni tampoco la oscura, así que le pregunté a la camarera qué más tenían, esperando que fuese la Quadruple, una botella de la cual había disfrutado mucho unos días antes en casa. No tuve suerte. La camarera me dijo que tenían Kellerpils. No era lo que esperaba, pero tampoco era para quejarse. Pedí una.
En retrospectiva, me debería haber dado cuenta de que había algo mal cuando la chica no me preguntó qué tamaño quería.

Kellerpils se sirve solamente en porciones de 0,4l que cuestan 1 CZK más que una Velká Dvanáctka. ¡Me cago en esta forrada, ya! Dudo muchísimo que esta Lager Rubia de 13° cueste casi un 30% más de elaborar que la Lager Rubia de 12°, dándole más fundamento a mis sospechas, se vende al mismo precio que la Lager Rubia de 10°. Pero incluso si me equivocase, ¿por qué mierda no la pueden vender en una porción completa? ¿A qué le tienen miedo, a que la gente no esté dispuesta a pagar 45 CZK o que piensen que la cerveza no lo vale? Que es, a propósito, lo que pensé: buena cerveza pero no justifica la diferencia de precio.
Esta política de precios de mierda parece ser típica de Slaný. Me encontré con algo parecido en Antoš, en donde la Pšenka 11 de la casa cuesta 41 CZK y la Amber Ale 14, 43 CZK, ambas por 0,4l, mientras que medio litro de Polotmavá 13 sale 33 CZK. Me gustaría que alguien me dé una buena razón para esto.

No hace falta. La razón estaba justo en la mesa al lado de la mía. Dos pibes de entre 25 y 30 años pedían las entradas menos “tradicionales” de la lista cervecera, sin que aparentemente les importen los precios y muy contentos con lo que estaban tomando.
Pero no iba a dejar que un poco de abuso de precios me arruinara el buen día que estaba pasando. Después de todo, no estoy obligado a comprar nada que me parezca demasiado caro, ni tampoco ando cazando chapas en Untappd. Además, Antoš tiene cervezas a precio razonable y, para ser sincero, yo también estaba muy contento con lo que estaba tomando. Rarach 10 sigue siendo una gran cerveza, y también lo es la ya mencionada Polotmavé 13. Tampoco me podía quejar del morfi que pedí (seguía con hambre), Pečené hovězí dršťky s klobásou (callos al horno con salchicha) servidos en una salsa algo picante. ¡Maravilloso! Con porotos y garbanzos habría sido un mondongo perfecto.
Terminé charlando con los muchachos de la mesa de al lado sobre los méritos de la adaptación de la novela IT, de Stephen King, hecha para TV a principios de la década de 1990. Para ellos, era muy buena. Yo creo que, salvo la actuación de Tim Curry como Pennywise, el resultado era, en el mejor de los casos, decepcionante. Todavía no habían visto la nueva adaptación (me niego a llamarla una remake), que me parece muy buena; el casting del Loosers’ Club es perfecto y el Pennywise de Skarsgård, sí que mete miedo.
Antes de que me dé cuenta, había llegado la hora de irme. No podía quedarme a un tercera birra porque tenía que tomarme el bondi de vuelta a casa. Sí, directamente a casa, sin pasar por Praga. Desde fines de agosto hay una nueva línea, 456, entre Slaný y Libčice nad Vltavou, que para en mi pueblo. A eso de las 5 ya estaba en casa, con la sensación de haber logrado algo importante. Deberían intentarlo, también. Pero no vengan para acá, vayan derecho a Praga.

Na Zdraví!

PS: Volví a Beroun al día siguiente para buscar el buzo (además de que me gusta, es un regalo de cumpleaños de mi mujer y no quería perderlo). Volví a tomarme el S4 de las 9:17 que llegó con solo 5 minutos de atraso, lo cual me dejó bastante tiempo para una (bueno dos) Cyklopivo antes del tren de vuelta. ¡Qué cerveza magnifica! No la voy a rebajar a notas de cata, basta decir que le encantará a todos los que les gusten las cervezas para tomar a trago limpio. De hecho, todas las tres Osmičky que tomé durante el verano fueron excelentes (las otras dos son de Hendrych y Únětice), pero la de Beroun es, para mí, la mejor. Creo que debería volver más seguido a Berounský Medvěd.

Berounský Medvěd
49°57'23.447"N, 14°4'18.365"E
Tyršova 135 – Beroun
+420 728 325 809
Lun-Jue: 09-22, Vie: 09-23, Sab: 10-23 Dom: 10-22

Starokladenský Pivovar
50°8‘49.266"N, 14°6‘11.76"E
Československé armády 3230 - Kladno
+420 312 240 660 – starokladno@starokladno.cz
Lun-Mie: 06-24, Jue-Sab: 06-02 Dom: 06-24

Továrna Slaný
50°13'43.028"N, 14°4'40.694"E
Wilsonová 689 – Slaný
info@tovarnaslany.cz – +420 312 522 822
Lun-Jue, Dom: 11-22, Vie-Sab: 11-23

Pivovar Antoš
50°13'47.938"N, 14°5'19.052"E
Vinařického 14 – Slaný
kontakt@antosovakrcma.cz – +420 731 413 711
Lun-Jue: 11-23, Vie-Sab: 11-24, Dom: 11-22

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