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Visita a un Viejo Amigo

Láďa Veselý es un verdadero Maestro Cervecero con cuarenta años de experiencia en el oficio. Luego pasar un tiempo en Japón, volvió para ponerse a cargo de la elaboración en Pivovar U Medvíků cuando este abrió en 2005. Fue allí donde lo conocí hace diez años, durante una de mis primeras visitas al brewpub, a los inicios de mi carrera de filosofía cervecera.

No me acuerdo exactamente cómo fue ese primer encuentro. Creo que le pregunté algo sobre la cerveza que estaba tomando y Láďa contestó a todas mis preguntas y también tenía mucho interés en mi opinión de su producto.

En ese entonces tenía más tiempo y menos responsabilidades y más o menos una vez por mes me daba una vuelta para charlar con él, y a veces también probar alguna de sus nuevas cervezas. Con el tiempo nos fuimos haciendo amigos. Una vez fui con dos brasileños que estaban ayudando a montar una cervecería en Brasil que produciría cervezas de inspiración checa, o eso decían. Después de un par de birras, dijeron que querían contratar a Láďa para que vaya un par de meses a entrenar a su maestro cervecero y él aceptó con la condición de yo vaya como su intérprete. Por supuesto, todo quedó en al nada, promesas de bodegón.

Un día le pregunté por qué no seguía el ejemplo de Martin Matuška y montaba su propia cervecería. Me dijo que no le daba el cuero para ser empresario; que estaba contento como maestro cervecero. Así que me moría por saber qué habían hecho para convencerle de ser copropietario de Pivovar Uhříněves, y estaba dispuesto a preguntarle cuando fui visitarlo el otro día en su nuevo dominio.

La historia de Pivovar Uhříněves comparte algunas similitudes con la de Únětický. Fue fundado a principios del siglo XVIII en una localidad cercana a Praga (Uhříněves no formaría parte de la capital sino hasta 2001) y en 1949 fue cerrado por el régimen comunista, luego de haber sido estatizado. Era más grande, en sus días de gloria producía alrededor de 40 mil hl/año.

En 1992, el complejo fue restituido a la familia del dueño legítimo (que también había sido el último maestro cervecero), que en las siguientes dos décadas restauraría las instalaciones, que hoy, además de la cervecería, alojan talleres, almacenes y oficinas.

Las cervezas de Uhříněves me causaron una muy buena impresión cuando el año pasado fui al restaurante de la cervecería, y también en las pocas veces que visité el boliche que tienen en Vinohrady (que en sí no es nada del otro mundo, pero a las cervezas las hacen muy bien), así que estaba con muchas ganas de ver la nueva cervecería, además de ponerme al día con un viejo amigo.

Esta vez tomé las callejuelas desde la estación de tren y la verdad que, alejado de la arteria principal, Uhříněves tiene pinta de ser un lugar lindo para vivir. Cuando me empezó a dar la impresión de que me había perdido, vi atrás de unos árboles el campanario de la iglesia frente al restaurante de la cervecería y después de un rato ya estaba parado frente a la entrada principal del complejo. Láďa salió al patio a recibirme.

La cervecería nueva es muy moderna y compacta. La sala de cocción tiene un equipo de 20 hl y todo es de lustroso acero inoxidable. Fue financiada con fondos de la UE y el subsidio tiene condiciones bastante estrictas en lo que respecta a la cantidad de gente que la empresa tiene que emplear y cuánta cerveza tienen que estar produciendo para un plazo determinado. Con ambos, están un poco atrasados. Hace poco agregaron un tanque para aumentar la capacidad y están estudiando alternativas para seguir expandiéndola. Por suerte, el espacio no parece ser un gran problema.

Como siempre, Láďa estaba con muchas ganas de responder mis preguntas, escuchar mi opinión sobre las cervezas, y mostrarme el boliche. Tiene un par de sorpresas interesantes. En el amplio espacio en el piso de arriba está el molino, pero es más que nada empleado como almacén de materiales de todo tipo, incluyendo las maltas. Noté que el piso era de metal y antes de que pudiese preguntar Láďa me contó que se trataba de la bandeja para enfriar el mosto de la cervecería original. Cuando volvimos abajo, abrió una puerta vieja a un lado de la cámara de fermentación/maduración que llevaba a la sala de cocción original, o lo restos de la misma. El macerador y hervidor de cobre de 100 hl de capacidad aún están ahí, como titanes antediluvianos esperando ser despertados. Lamentablemente, una restauración al estilo de Černokostelecký Pivovar está fuera de toda consideración. Luego de casi 80 años de abandono, el equipo que ha sobrevivido está en muy mal estado y la mayoría tendría que ser reemplazado. Pero planes, tienen. Una vez que hayan encontrado la manera de hacer que el espacio sea seguro para la presencia humana (el cielorraso de madera literalmente se cae a pedazos), quieren convertirlo en un bar. Hasta entonces, se tendrán que conformar con la tienda de recuerdos que debería abrir pronto, que, además de las chucherías con la marca de la cervecería y botellas de cerveza, va a tener al menos un grifo para tirar cerveza.

Claro no hablamos solamente de cerveza, sino también de la vida en general: las familias, las casas, el laburo; compartimos anécdotas, todo mientras Láďa no paraba de llenarme un jarro con 14° Světlý Speciál. Fue como estar con un gomia en el bar, solo que la cerveza no venía de grifo sino directamente del tanque de laguerizado.

¡Ah, sí! Cómo lo convencieron de todo esto.

Un encuentro casual, me dijo. Láďa estaba en Uhříněves para una función de teatro y notó la chimenea del secador de la maltería después de estacionar. Fue a verla más de cerca y, cuando estaba en la entrada principal, un hombre se acercó y le preguntó si estaba buscando a alguien. Láďa le dijo que no, que estaba mirando la vieja cervecería y agregó que sería genial si alguien la “resucitase”.

Ese hombre resultó ser el dueño del lugar, el hijo del último maestro cervecero de Uhříněves, que en ese momento era también vice-alcalde de la localidad (hoy es el alcalde). Hablaron un rato, intercambiaron números de teléfono y, un par de semanas más tarde, Láďa fue invitado a una reunión en la alcaldía para discutir la posible (y eventual) resurrección de la cervecería. El resto es historia, o mejor dicho, presente, y futuro.

Na Zdraví!

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