Ir al contenido principal

Paseo Sabatino

El cole de mi hija tuvo el otro sábado la fiesta de fin de ciclo lectivo en la que cada grado presenta una pequeña obra de teatro. Luego de haber cumplido, feliz y orgullosamente, con mis deberes paternales, no quería pasar el resto del día encerrado en el edificio de la escuela y decidí irme durante el primer descanso.

Mi mujer y mi hija tenían ganas de quedarse así que iba tener que volver a casa por mis propios medios. Podría haber llegado al autobús sin demasiado problema, pero era alrededor del mediodía y me estaba muriendo de hambre. No tenía ganas de comida rápida y el barrio de la escuela de mi hija no se destaca por la abundancia y calidad de su oferta gastronómica. El lugar más cercano en donde se me ocurrió podría sentarme a comer como Dios manda era Hostinec Nad Šarkou, hogar de Libocký Pivovar.

El menú del día era justo lo que necesitaba: morfi checo de bolichón sin pretensiones ni sofisticaciones. Pedí un telecí řízek s bramborovým salátem y me trajeron una porción bastante grande de muy buena comida. La milanesa estaba muy bien hecha, tierna y parecía haber sido freída en una sartén. La ternera podría haber estado un poquito más sazonada, pero era solo un pequeño detalle. La ensalada de papas, por otro lado, era una obra maestra. Sin mucha mayonesa, con el nivel justo de acidez para balancear la carne. Quizás la mejor que haya comido un restaurante o jídelna.

Pero seguro que se está preguntando sobre la cerveza.

Había estado varias veces en Libocký Pivovar y las cervezas jamás me dejaron satisfecho. Nunca fueron una mierda, eran… decepcionantes. Me dejaron siempre con un retrogusto a potencial desperdiciado, a que podrían ser brillantes si algo fuese ajustado por acá o allá, o si hubiesen tenido un poco más de esto o un poco menos de lo otro. Cuando me trajeron Chrudoš, la Desítka de la casa, esperaba ser decepcionado.

Mis expectativas no fueron cumplidas. ¡Era brillante! Muy pálida, limpia, fresca, ligera y sin ni un dejo de maltas caramelizadas. No tenía ganas de tentar la suerte (vi pasar algo ámbar oscuro y turbio de horrible aspecto) y pedí otro medio litro, que estaba igual de lindo.

Dejé Hostinec Nad Šarkou pipón y, por primera vez, enteramente satisfecho. El tiempo, que a la mañana había sido inestable, parecía haberse decidido en lindo y cálido y el viento empujaba las últimas nubes grises. Ideal para ir a caminar y resulta que estaba justo frente al lugar ideal para tal ejercicio, la Reserva Natural Divoká Šárka.

Divoká Šárka es una de esas cosas que hace que Praga sea para mí tan especial. Está a más menos media hora en tranvía del centro de la ciudad y sin embargo, una vez que pasás por el balneario público, parece tan remoto. Esa tarde ni siquiera se oían los aviones del aeropuerto cercano.

Pero ese no era el único motivo por el cual estaba contento de estar ahí. Había un lugar al que hacía mucho quería ir y esperaba poder por fin hacerlo hoy.

Hostinec Divčí Skok es mencionado en el libro de Evan Rail “The Good Beer Guide – Prague & the Czech Republic”. Han pasado 10 años desde su publicación y quería venir a este local desde entonces, pero por varios motivos nunca había podido hacerlo.

Debe su nombre a la colina que está detrás, que debe el suyo a un pasaje de la leyenda La Guerra de las Doncellas, en el que Šárka, uno de los personajes principales, salta al vacío desde la cumbre de la colina luego de haber atraído a Ctirád y sus hombres a una violenta muerte a manos de Vlasta, la líder de la rebelión, y sus doncellas guerreras.

Es un jardín cervecero posta. Parece casi como si hubiese sido trasplantado de Baviera y en mi opinión tiene una atmósfera más linda que el de Riegrový Sady y mejores vistas que el de Letná. Rodeado de bosques y colinas, sin música; la banda de sonido son solo el viento bailando con los árboles, el cantar de los pájaros y el arroyuelo que pasa en frente. Idílico.

Tienen tres cervezas de Svijany, 450 Světlý Ležák, Kněžna Tmavý Speciál y Weizen, todas vendidas al más que razonable precio de 35 CZK por medio litro.

Pedí una 450 en el cuartito techado a la entrada y elegí una mesa en el amplio jardín para disfrutar de la cerveza y el ambiente. Lo segundo era una belleza, lo primero, no tanto. La cerveza tenía una nota metálica hacia el final que se atenuaba a medida que se vaciaba el jarro. Iba a tener que tomar otra cosa porque no había manera de que me quede acá para una sola.

Weizen, entonces. No me acuerdo cuándo fue la última vez que la tomé. Creo que cuando la sacaron al mercado, más o menos cuando LIF, la empresa propietaria de Svijany y Rohozec, adquiría Primátor de la Ciudad de Náchod en una transacción que fue bastante controvertida. Supuestamente, el alcalde de Náchod había decidido vender la cervecería a LIF antes de que se hubiese llamado a licitación pública e ignoró una oferta más alta de Pivovar Holba, que, junto con la oposición municipal llevaron la causa a los tribunales. La corte resolvió que la venta, que había sido aprobada por una relativamente ajustada mayoría en el Consejo Municipal, no debía tomar efecto. La venta, no obstante, se hizo efectiva porque así es como las cosas a veces funcionan en este país. No estoy seguro de cómo terminó la historia, pero LIF sigue siendo propietaria de Primátor y en su momento era de conocimiento público que Svijany Weizen era elaborada en Náchod, y no pocos (incluyéndome) creían que era Primátor Weizenbier con otra remera. No sé si era verdad, ni siquiera estoy seguro de si esta pšenka se sigue elaborando en Náchod, o en Svijany. En cualquier caso, era de poca importancia esa agradable tarde de sábado porque la cerveza estaba espléndida; jugosa, casi como morder un pedazo de ananá bien madura. Estaba de muy buen humor, no tenía que ir a ningún lado y pedí otra, y otra.

Seguí el sendero hasta Jenerálka a paso tranquilo y paulatinamente perdiéndome en mis propios pensamientos. Había más gente ahora que el sol había salido del todo sin que haga demasiado calor, pero no demasiada, y los pocos ciclistas que pasaban eran del tipo civilizado.

Tenía tiempo para una última birra antes de tomar el autobús. Kozel 11° en Restaurace Jenerálka. Cumplió con la tarea, pero nada más. El boliche es lindo, en especial la parte con sombra del patio, atrás. Otro lugar que hacía mucho quería visitar. Hace 15 años que con el autobús paso casi todos los días por enfrente. Me gustó. Voy a tener que volver, la comida no se veía nada mal.

Pero la última birra del día fue en U Hasičů. Cuando me bajé del autobús en mi pueblo, estaba demasiado lindo para ir a casa. Tuve que parar a tomar un par de Desítky de Únětice. Deliciosas, como es costumbre. Y tuve una agradable charla con un par de vecinos también.

En resumen, un Sábado mucho más que agradable.

Na Zdraví!

Hostinec Nad Šarkou – Libocký Pivovar
50°5'32.920"N, 14°19'26.235"E
Evropská 134 – Praga-Liboc
+420 733 502 600 – nadsarkou@seznam.cz
Lun-Sáb: 11-23, Dom: 11-22
Tranvía 20 y 26 – Divoká Šářka

Hostinec Divčí Skok
50°5'59.144"N, 14°19'14.559"E
Divoká Šárka 356 – Praga-Liboc
+420 606 760 647 – divciskok@gmail.com
Lun-Vie: 14-20, Sáb-Dom: 10-20:30
Walking, just walking

Restaurace Jenerálka
50°6'28.018"N, 14°21'13.962"E
Horoměřická 2337 – Praga-Dejvice
+420 235 300 142 – estauracejeneralka@seznam.cz
Lun-Vie: 10-23, Sáb-Dom: 11-23
Bus: 116, 161, 312, 316, 356 - Jenerálka

Comentarios