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SinCata: Jaws Beer Tomahawk.lgr


Recibí estas dos cervezas de mi amigo ruso Jegor (es curioso como nos conocimos, en Svijany Pivní Slavnosti de 2007, en donde cruzamos un par de palabras, y ahora nos juntamos a birrear cada vez que se da una vuelta por Praga). Son de Jaws, una micro-cervecería de Ekaterimburg, la mejor de la zona, de acuerdo con él.

El otro día abrí la de la derecha. Tomahawk.lgr, más que nada porque a excepción del % de alcohol y el grado Plato, estimo, no había otra información en la etiqueta (o mejor dicho, no había nada que pudiese entender, todo estaba en ruso) y creo que tomar una birra sin saber casi nada de ella puede ser bastante divertido.

Sí, ya sé. Podría haberla buscado en internet. Pero en serio, ¿para qué? No tenía ganas de generar expectativas innecesarias, ya tenía la cerveza en la mano, había sido un regalo y la iba a tomar sea lo que sea, así que pensé que sería mejor hacerlo libre de sobrecarga de datos.

Saqué un vaso de la alacena, pero dije “a la mierda”, y agarré mi jarro de cerámica favorito (en lo que
a mí respecta, el mejor recipiente para prácticamente cualquier tipo de cerveza, y no discutas porque estás equivocado).

Esperaba que la cerveza sea negra (¿por qué usaría alguien una etiqueta negra de no ser así) y lo era, y bastante, si el color café con leche de la espuma puede servir de indicativo.

Al principio, de manera casi insensata... No, no, esa no es la palabra. Instintiva, ahí esta, busqué un estilo que le vaya a la cerveza, lo cual también puede ser bastante divertido (¿será...? No, ese no es fiel a la cerveza. ¿Quizás es...? No, no del todo, pero le podríamos dar una medalla de plata, qué se yo). Pero me duro dos o tres sorbos, no más. Luego de haber determinado que se trataba de una cerveza muy bien hecha y hasta ahí bastante buena, ya estaba listo para comenzar con la actividad más placentera de tomar—levantar, inclinar, sorber, disfrutar, repetir—mientras mi mente se ocupaba de otras cosas más importantes. Y aun así, mi atención sería aprehendida un par de veces más antes de que haya terminado el jarro, como si la cerveza quisiese dejar bien en claro lo espantosamente equivocado que está Randy Mosher.

Ser un bebedor que sabe lo que quiere y le gusta, mucho más divertido y placentero que ser un catador.

Na Zdraví!

Comentarios

  1. Bueno, creo que polarizas dos actitudes como si no pudiesen convivir. Personalmente disfruto y me divierto bebiendo una cerveza sin más pretensiones, del mismo modo que también me parece divertido alguna vez tratar de jugar a encontrar lo que ves dentro del vaso no por ello dejo de disfrutar de esa cerveza. No veo el problema de jugar con los grises en lugar de tener que elegir solo blanco o negro.

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    Respuestas
    1. El que polariza es Randy Mosher, en realidad, y lo deja bien en claro con el (espantoso) primer párrafo del artículo que enlazo (que es bastante espantoso en su totalidad)

      Para mí, la mejor manera de apreciar una cerveza (o cualquier cosa que bebas o comas) es prestando atención a sus diferentes matices (tal como hice yo) sin necesidad de ir al extremo de realizar una disección casi quirúrgica de cada trago (que a menudo resulta en mentirse a uno mismo).

      He estado en catas, y hasta las he moderado (por plata, por supuesto), y en su mayoría me resultan terriblemente aburridas, y en, cierto modo, pretensiosas. Pero hay gente que piensa diferente, seguro y no es mi intención hacerles cambiar de opinión, sin expresar la mía.

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