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Esta es quizás mi última palabra sobre "Cerveza Artesanal"


Un par de semanas atrás, Alan y yo recimbimos un e-mail de Stan Hieronymus que nos decía que, en un momento de debilidad, había aceptado escribir un artículo sobre la frase "craft beer" (cerveza artesanal, porque así se la ha traducido en todo sentido), preguntándonos si la frase frase, o el concepto, generaba una mentalidad de "nosotros contra ellos".

Lo siguiente es lo que le escribí a Stan un par de días después (ligeramente editado y traducido), que son creo, mis pensamientos finales sobre toda esta estupidez de la cerveza artesanal:

Primero que nada, yo no veo a “cerveza artesanal” como un concepto, sino como una marca, una que es básicamente de dominio público. Como a cualquier otra marca, se la ha asociado a una serie de atributos positivos (y más o menos caprichosos) lo cual la ha convertido en una marca muy exitosa y valiosa, con un creciente número de consumidores muy leales; gente que, en muchos casos, no toma Russian River, Stone o New Belgium, toman Cerveza Artesanal. Hasta ahí, todo bien. No tengo nada en contra de ello, por el contrario. Si emplear esas dos palabras puede ayudar a un buen elaborador a vender un par de hl más, no puede ser malo.

Lamentablemente, algunas personas en la industria han empleado esos atributos como una especie de cimiento para erigir una retórica de “nosotros contra ellos” que, en lugar de quedarse en “nosotros somos buenos y nuestros productos son excelentes”, apunta, de manera desproporcionada, a “ellos (las grandes cerveceras) son malos y sus productos son una mierda”, creando en el proceso la mitología de una revolución, un movimiento que pretende hacernos creer que una nano cervecería en Carolina del Norte, Sierra Nevada, un brewpub en Wyoming, un bar de barrio, una tienda especializada, y el consumidor están todos en la misma, y que el consumidor se encuentra al frente de la “guerra contra la cerveza de mierda”. Y con esto también han tenido éxito, no solo gracias a la gente al otro lado del mostrador que vende este cuento, sino también gracias a no pocos periodistas y blogueros. Comprar no es suficiente, hay que evangelizar a las masas, convertirlas a la cerveza artesanal.

Eso venía funcionando sin problemas hasta a que las cervecerías grandes, industriales y comerciales (como si las cervecerías artesanales no fuesen comerciales) se les ocurrió que ellas también querían jugar al “juego de la calidad”, ya sea con marcas propias o comprando cervecerías artesanales bien establecidas. Y lo han hecho muy bien, tan bien que algunas líneas se han vuelto borrosas hasta el punto en que la ecuación “cerveza macro = cerveza mala” empezó a caerse a pedazos, resultando en la estupidez de “craft vs crafty” de un par de años atrás, en donde la Brewers' Association básicamente nos decía que lo buena, interesante, bien hecha, sabrosa que una cerveza pueda ser no importa tanto como quién la hace. Nos siguen incitando a tomar partido (el suyo, claro), pero ahora el negocio ha tomado precedencia sobre la calidad. No podría esperarse menos de un gremio, pero es la manera poco honesta en que lo han hecho que ha molestado a tanta gente, entre la que me incluyo.

Y hay otra cosa. No puedo evitar tener la impresión de que, hasta cierto punto, el objetivo la huevada de craft vs crafty fue desviar la atención del hecho de que para aquella nano cervecería en Carolina del Norte, Sierra Nevada representa una amenaza mucho mayor que Blue Moon o Shock Top.

No sé por cuánto más tiempo van a poder mantener esta farsa. Hay ya señales de que el edificio se está empezando a derrumbar: Lagunitas quejándose de Sam Adams Rebel IPA (bastante gracioso viniendo de una empresa californiana que ha abierto una fábrica en el Medio Oeste) y lo de los “Gypsy Brewers” vs las cervecerías de “carne y hueso” (ahí hay otra historia de nosotros contra ellos), entre otros.

Pero creo que (aquellos que no nos ganamos la vida vendiendo cerveza) estamos ahogándonos en un vaso de agua. A la mayoría de la gente no le interesa tomar partido, menos cuando se trata de algo de tan poca importancia para ellos; y, nos guste o no, tampoco les interesa demasiado quién hace la cerveza que consumen. A lo mejor un día van al brewpub local, al día siguiente a Wal-Mart a comprar Sam Adams, y el fin de semana con gusto van a tomar Corona con un gajo de lima en una fiesta o Bud Light mientras ven el partido con amigos, sin ver en ello ningún conflicto moral. Y tienen razón. Nos han pintado una imagen de blanco y negro, cuando la realidad está llena de grises.

Na Zdraví!

Comentarios

  1. Desde luego que hay ese posicionamiento. Es parte de la estrategia de marketing. Y es normal que los interesados lo defiendan a muerte. Lo absurdo es que lo hagan suyo los consumidores.

    No creo que ningún consumidor, razonándolo, firme lo de "La vida es demasiado corta para beber cerveza barata". Y donde pone barata, puede poner macro, industrial o el apelativo que quieran.

    Yo firmaría por un "La vida es demasiado corta para beber cerveza que no me gusta", venga de donde venga. Algunas de mis cervezas favoritas son macro, con CO2 inyectado y bien pasteurizadas. La mayoría de las que se han ido al fregadero, de las otras.

    Aún así, defenderé a muerte la pequeña industria igual que me gusta el pequeño comercio. A mí si que me gusta saber a quién le va (y a quien no le doy) mi dinero, y conocer la cara que hay detrás. Pero eso no asegura buenas cervezas, claro. ¡Pero al menos sabes a quién dirigirte para reclamar!

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    1. Yo también prefiero prorizar a las pequeñas empresas por motivos diversos y siempre subordinados a la calidad, el valor a cambio del dinero y el respeto por el consumidor. Pero tampoco soy tan ingenuo como para creer que el solo hecho se ser prequeño empresario te conviernte en santo. En otras palabras, no apoyo a ningún sector de la industria de manera indiscriminada, sino a aquellos empresarios que creo se lo merecen.

      Por otro lado, ¿no es también un pequeño empresario el dueño del bar que vende Mahou bien fresquita? ¿Y no es Carrefour una gran empresa extranjera?

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  2. Pues muy de acuerdo con lo que escribes, el "nosotros contra ellos" no tiene mucho sentido.
    Otro factor que (al menos a mí) nos hace ver con más simpatía a las micros es que gracias a ellas ha aumentado exponencialmente la variedad (no necesariamente la calidad) de birras disponibles. Hace no tanto tiempo era muy difícil encontrar cervezas que no fueran las típicas lager “industriales” cuasiclónicas e indistinguibles (y, en general, con poquito sabor), por lo que puedo entender que haya gente que apoye a las “artesanales” casi a cualquier precio con tal de que no se vuelva a ese escenario.

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    1. De acuerdo con vos , en argentina hasta hizo que empresas como quilmas fabriquen stout o red y que otras como imperial fabriquen birra en fermentación alta imposible de pensar hace unos años .

      Saludos

      Omar

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  3. Quizá si el reparto fuera más equitativo y todos los beneficios no se fueran a las grandes empresas se podría tener una mejor vida, algo que hay que luchar para cambiarlo

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    1. La única manera en la que el reparto pudiese ser más equitativo sería si las pequeñas empresas tuviesen la capacidad, interés y recursos para distribuir sus productos de manera fiable a todo el país (y más allá), y barato.

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