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Birreando en Franconia (Día 3)

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Me desperté un poco después de, bueno no sé qué hora. Esta vez no fue mi vejiga la que me despertó, sino algo más urgente y mucho menos negociable.

El Chernobil digestivo obligó a que abandone mi habitación. Me sentía horrendo. La cabeza estaba bien, por suerte, pero el estómago parecía estar flotando en una mezcla de tinta china y aceite de freír quemado. Nada, por suerte, que un buen döner kebab, un espresso y una cerveza fría no puedan solucionar.

A las diez dejamos el hotel, pusimos nuestros petates en el autobús y fuimos a almorzar. Daša nos había arreglado una visita a Brauerei Kraus, en Hirschaid. Resultó ser un lugar muy bonito. La fábrica en sí misma no tenía nada destacable, pero sí el complejo que la rodeaba, que incluía un salón para fiestas privadas, un hermoso jardín cervecero, un hotel y un restaurante.
La cervecería ha sido propiedad de la familia Kraus desde que fue fundada en 1845. Hoy, la que manda es la Sra. Kraus, su marido se dedica a su hobby que es la caza, lo que me lleva a lo que mencionaba antes, el almuerzo.
En los pueblos de Franconia se sigue manteniendo la tradición del almuerzo dominical en familia, pero, a diferencia de otros países, la gente no se queda en casa sino que van todos juntos a algún restaurante rural. La idea es que el antes y el después de la comida incluya una caminata por el campo. Linda tradición.

El restaurante de la cervecería Kraus tiene una muy buena reputación en Hirschaid y sus alrededores y de no haber sido por Daša ni de pedo hubiésemos conseguido mesa. Nuestra amiga, porque para ese entonces Daša ya era una más del grupo, habló con la Sra. Kraus y la convenció de que nos deje la mesa para stammgäste, todo un honor.

Es muy bonito el restaurante, con todo lo que uno se imagina puede ser un restaurante rural alemán, mucha madera, trofeos de caza, etc. etc. hasta había un candelabro hecho con astas de ciervo.
La reputación de este lugar es más que merecida. La comida es impresionante, porciones descomunales, todo bien casero. Yo pedí un plato de carne de ciervo asada en una salsa con arándanos rojos, acompañado de knedlíky bávaros y repollo colorado cocido. No se pueden imaginar lo rico que estaba, de solo acordarme se me hace agua a la boca, y el precio, fenomenal, ¡9EU! En Occidente creemos que los sentimientos se alojan en el corazón, los chinos creen que en el estómago. Creo que tienen más razón que nosotros porque después de comer algo tan bueno, lo que se siente es una satisfacción casi idílica.
Lo que tomé antes de y durante la comida fue la Kellerbier de la casa. Una cerveza muy bien educada, no interrumpe la conversación a menos que se le dirija la palabra. Rica, rica. Varias cayeron en el cumplimiento de su deber.
¡Qué lindo es tomar este tipo de cervezas en jarra de cerámica! Cuando querés que te traigan otra, es muy simple, se pone el jarro vacío acostado en la mesa y en seguida es reemplazado por otro lleno, no hacen falta palabras, ni siquiera mirar al camarero/a. De postre pedí una Hirschentrunk una dunkles con un toque de maltas ahumadas que estaba de película, servida en una muy elegante copa.
Terminamos el almuerzo más contentos que un obispo en una función privada de los Niños Cantores de Viena y nos pusimos en marcha a Forchheim para despedirnos oficialmente del Annafest.

Algunos fueron directo al Kellerwald, otros preferimos recorrer un poco la ciudad, que es realmente muy bonita. A pesar de no ser muy turística, está todo muy bien cuidado y arreglado, se ve que a la gente realmente le gusta vivir allí.

Queríamos visitar Eichorn y Neder, pero el stübe de la primera estaba reservado para una fiesta privada y el de la segunda estaba cerrado durante el Annafest. No tuvimos más remedio entonces que ir a Hebendanz, que está al lado de Neder, que a su vez está a la vuelta de Eichorn. Increíble, una ciudad de 30.000 habitantes con tres cervecerías en el centro.
Hebendanz es a Forchheim lo que Fässla es a Bamberg, el favorito de los choborras locales. Temprano a la tarde, un domingo, no había casi nadie. La cerveza, una export más que decente.

No nos quedamos mucho ahí, terminamos nuestras birras y nos fuimos al Annafest, al Keller de Greif donde nos tomamos un Maß (bueno, dos) de despedida, mientras disfrutábamos de la maravillosa atmósfera de este festival por última vez.
Esas no fueron las últimas cervezas que tomamos ese día. Entre mis compañeros de viaje estaba Ivan Chramosil, maestro cervecero de U Fleků, que había traído consigo algunas botellas de su afamada cerveza, con la cual llenamos (varias veces) un Maß que alguien se había traído de recuerdo (aclaro que no se lo robó) que fue pasando de mano en mano durante el viaje de vuelta.

De veras que fue un fin de semana maravilloso, hacía mucho que no me divertía tanto. Espero poder volver a hacer algo similar pronto. Gracias Pavel, muchas gracias.

Na Zdraví!

Comentarios

  1. Que buen blog!! me gusta toda la información que das a cerca del mundo de la cerveza. Yo ahora estoy empezando a conocer el mundo de los vinos. Por eso me gusta leer blogs relacionados con el tema. Te dejo el link del Club Torres que puede interesarte
    http://www.clubtorres.com/es

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  2. Hola sos un capo papa , te pasaste un finde de lujo , buen morfi y buena birra , y que aguante dios mio , dios te conserve tu higado hermano envidiable y lo digo en serio no es joda .

    un saludo


    omar

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  3. Y faltaba cerrar las mini vaciones con semejante review ! eso si es pasarla bien, lo mas admirable es que después de la cantidad de litros del sábado te despertastes a por más ! jajaja, igual apuesto a que el lunes estabas matadisimo jaja
    Buena lectura, buenas cervezas, que buena vida

    cheers!

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