Ir al contenido principal

No todo es blanco o negro

Si hay algo en lo que la mayoría de los amantes de la buena cerveza está siempre de acuerdo es que nada bueno pasa cuando una macro extranjera compra una cervecería local. Ejemplos que demuestran esta máxima sobran, AB-InBev con Staropramen, etc, para mencionar uno que me toca de cerca.

Pero es siempre algo tan negativo?

Mucho se puede decir de los cambios para peor que han sucedido en Pilsner Urquell desde que fue privatizada en la década pasada. Sin embargo, me acuerdo lo que una vez me dijo un amigo: "Lo mejor que le pudo pasar a Pilsner Urquell fue convertirse en parte de SAB-Miller". Él sostiene que de haber sido comprada por otra multinacional, Pilsner Urquell se hubiese convertido en una "marca provincial". SAB-Miller, en cambio, la transformó en su marca premium a nivel internacional. Sí, es cierto que la cerveza no es lo que era antes, pero cuántas puertas le abrió a la "Cerveza Checa" en el mundo el poder marketinero de un gigante como éste?

Pero creo que el ejemplo más claro es Heineken. Starobrno, la primera cervecería que compraron en la Rep. Checa no tenía exactamente una reputación de buena calidad, se la solía llamar "Staroblato" (blato es checo para lodo). Hoy, sin embargo, si bien no son ninguna maravilla, las cervezas de Starobrno son de una calidad bastante aceptable, y hace poco, Evan Rail, escribió sobre las notables mejoras en Krušovice Černé (Heineken compró Krušovice en 2007).

El año pasado, la multinacional de origen holandés compró Drinks Union, una empresa de capitales checos propietaria de cuatro cervecerías. Desde el mismo instante en que la operación fue anunciada se empezó a especular cuáles de las cervecerías serían cerradas. Las apuestas más fuertes estaban en Kutná Hora y Veklé Březno (Březňák). El primero, porque era el más pequeño y cuyas instalaciones ni siquiera eran propiedad de Drinks Union, sino de la cuidad de Kutná Hora (DU era propietario de la marca y alquilaba las instalaciones para elaborarla), y el segundo porque está casi al lado de la más grande y conocida Zlatopramen, por lo que trasladar la producción no hubiese significado ningún problema (de hecho, hasta el singificado del nombre no sufriría demasiado porque Zlatopramen está situado en la localidad de Krasné Březno).

Todos acertaron con Kutná Hora. Heineken la cerró hace un par de meses por no considerarla lo suficientemente rentable, con lo cual se ganó la ira de muchos entusiastas cerveceros. Sin embargo, parece que todos nos equivocamos con Březňák. No sólo parece que no será cerrada, sino que Heineken anunció inversiones de un total de 25 millones CZK (casi un millón de Euros) ha realizarse ente este año y el que viene. Las inversiones se emplearán para modernizar la línea de embotellado (parte del trabajo ya se ha llevado a cabo) y el sistema de calderas y para ampliar los fermentadores y los tanques de fermentación secundaria. Veklé Březno es una de las cervecerías que siguen utilizando fermentadores abiertos y que sigue dándole el tiempo necesario a la cerveza para que madure. El reporte no especifica si las ampliaciones en los fermentadores siginficarán la instalación de los malamados cilindrocónicos, pero todo indicaría que ése no es el caso. Según Petr Hauskrecht, el maestro cervecero, uno de los objetivos es armar una cervecería clásica, lo cual implicaría que los fermentadores abiertos están para quedarse.

Así que tenemos que una multinacional como Heineken que, como era de esperarse, cierra una cervecería, Kutná Hora (y tarde o temprano también cerrará Louny), pero al mismo tiempo mejora la calidad de algunos de sus productos e invierte bastante dinero en otra cervecería a fin de mantenerla como una "cervecería clásica".

Cuántos tonos de grises!

Na Zdraví!

Comentarios

Publicar un comentario